Boletín Especial 7
Igualmente claro fue también el veredicto de la ONU, la cual sentenció a Irak por su ocupación de Kuwait. Cuando los iraquíes fueron forzados a salir de la ocupada Kuwait, se estableció como consecuencia un embargo y también restricciones de exportación, además de que se instalaron inspectores de armas. Que de esa manera, toda la población iraquí sea puesta en la miseria y en la necesidad a causa del embargo de la ONU y las restricciones de exportación, eso no les importa en absoluto a los EE.UU. ni a la ONU. Esto les importa tan poco, como tampoco el hecho de que cientos de miles de personas – principalmente miembros islámicos chiítas – fueron enterrados vivos, con los pies y manos atados, en zanjas hechas con excavadoras, por ejecutores a las órdenes de Saddam Hussain, o que fueron asesinados con gases mortales o de alguna otra forma, pues muchos del pueblo, exhortados por los EE.UU., se rebelaron contra Saddam y entonces fueron miserable e infamemente abandonados a su suerte por los norteamericanos. Y que también todo tipo de cosas injustas sucedieron cuando los iraquíes avanzaron hacia Kuwait y que así Saddam Hussain cayó a ciegas en una de las trampas colocadas por los EE.UU., esto también ha quedado ocultado para toda la población mundial. De hecho, el conquistador derrocado quedó también como conquistador sentenciado, pero también se deben ver y revelar las circunstancias de la manera y con qué maquinaciones secretas norteamericanas el dictador iraquí Saddam Hussain llegó a hundirse en Kuwait. Uno solo tiene que pensar que Kuwait también es un país petrolero, y lo es, aunque sea pequeño. Como es fácil de comprender, los EE.UU. querían establecerse en ese país – no importa de qué forma o vil manera. Y por esa razón los EE.UU. creó una nueva religión: la de la guerra y el terror, como es propio desde la antigüedad de todos los poderosos jefes de estado y otros cabecillas bribones que explotan, engañan y asesinan al pueblo y que son deshonestos, criminales, autócratas, irresponsables y asesinos y últimamente han aumentado nuevamente y se han hecho degeneradamente “modernos”.
Desde la primera guerra en el Golfo de Irak, en 1991, cuando las tropas multinacionales - naturalmente dirigidas por los EE.UU.- dejaron incontables iraquíes asesinados y mucho en escombros y en ceniza, ya se llegó a conocer, desde la primera inspección por los inspectores de armas, que Irak, y naturalmente Saddam Hussain, no estaba en ninguna posición como para amenazar la paz mundial o sus países vecinos, como tampoco ahora tampoco es el caso con la segunda guerra en Irak. En efecto, la gran boca de Saddam Hussain solo era un gran hocico de amenazas, pues en realidad solo encubría una estrategia de intimidación que no tenía valor. Y precisamente esto lo sabía también el vengativo y autócrata descarado George W. Bush, porque él también vio en ello una buena oportunidad de conseguir Irak sin gran pérdida, para anexarla y tener una nueva posición de poder en el Medio Oriente además de poder tomar posesión de las fuentes de petróleo.