Boletín Especial 7

Pero a pesar de todo esto, se practica el crimen en todas las religiones en forma inescrupulosa, fanática y desalmada; y así matan los elementos criminales y degenerados de los Cristianos, Judíos, Islámicos e Hindúes a los que de alguna forma no se ajustan a sus gustos. Naturalmente, por lo general son los militares o los paramilitares, como también las fuerzas terroristas fanáticas y comandos suicidas – como que si la guerra no fuera también terror – quienes avanzan por la tierra, incendiando, destruyendo y asesinando. Esto mientras los malandrines mandatarios se mantienen agachados y seguros, y frotándose sus sucias manos y riéndose de lo tontos y bobos que son todos los que los apoyan, sus proponentes, sus seguidores y aquellos que exponen su boba cabeza para que se la quiten de un disparo.

Y aún no se ha dicho suficiente, pues en Roma está también la santa sede y sobre ella se instala – qué vergüenza – el hipócrita, senil y el que desde mucho tiempo debiera ser destituido, el Papa, quien indigno y achacoso y con palabras tontas y primitivas anda echando cuentos, prohíbe el divorcio de matrimonios desunidos, protege a curas pederastas que en todo el mundo abusan sexualmente de niños y menores, y prohíbe el trabajo mutuo entre protestantes y católicos en asuntos de la fe. Y todo esto en calidad de supuesto representante de un Dios imaginario, como él afirma. Y quien no está con él, está contra él, igualmente como Bush y Blair y todos los otros falibles jefes de estado. - Ciertamente un dios espléndido, quien, si uno piensa, permite que los sacerdotes bendigan armas para la guerra y rueguen a su Dios clamando por la victoria. Y uno debe pensar también que anteriormente los Papas mismos ordenaban la guerra y permitían el asesinato de seres humanos – y sin tomar en cuenta la inquisición.

Ya sean los falibles y poderosos jefes de estado o el Papa y todos sus cohortes rastreros; qué bello sería si todos estos santurrones no estuvieran en el poder, sino que fueran llamados por su aclamado Dios a rendir cuentas y fueran eliminados de la faz de la sociedad y llevados al destierro de por vida. Si fuera así, entonces la humanidad terrestre no estaría sentada en una pestilente cloaca política, militar, sectaria, religiosa y terrorista. De hecho, si los criminales jefes de estado y de religión efectivamente tuvieran que dar cuentas ante un creador – desde el punto de vista religioso – entonces serían deportados al infierno, y de hecho, tanto el Papa con la mayoría de sus allegados, como también todos los terroristas y cada poderoso jefe de estado que es delincuente, criminal, inhumano y asesino.