Boletín Especial 7
Pero ahí también está la ONU – una organización mundial que se supone debe procurar la paz y su mantenimiento. Una organización a la cual pertenece también los EE.UU., sin embargo les importan un comino las decisiones de la ONU, decidiendo por sí mismos dónde – como en Irak – se deberá provocar una guerra asesina y destructiva. La ONU, una organización que debería preocuparse por la paz y su conservación, la que, sin embargo, decide si deberá haber guerra o paz, cuando por alguna circunstancia se ha votado por ello. Pero una tal organización que puede determinar si se deberá realizar una guerra en algún sitio, está fuera de lugar y no debe existir.
En realidad, la ONU está toda enrevesada, como también el rol de los EE.UU. en este club de alcance mundial. Y si uno regresa al tema de la guerra en Irak, entonces uno puede verificar que incluso los defensores de los EE.UU., por muy conservadores que fueran, admiten ya desde hace tiempo que, entre las metas belicosas de Norteamérica en Irak y el encargo a los inspectores de la ONU no hay ninguna conexión. George Herbert Walker Bush, el presidente No. 41 de los EE.UU. y papi del bobito George Walker Bush, estaba encaprichado de poner en marcha el mercado mundial del petróleo, para lo cual Saddam Hussain era lo suficiente bueno para hacer la guerra con su pueblo y permitir la muerte de muchas personas inocentes – mujeres, niños y hombres – y causar gran destrucción con el uso de tropas multinacionales. Y como en 1991 él no alcanzó el gran botín y los EE.UU. no pudieron tomar las fuentes de petróleo iraquí, Bush junior se inventó la fábula que Saddam Hussain, es decir Irak, es un peligro para Norteamérica, y de hecho, para todo el mundo, que disponía de armas de destrucción masiva y que debía ser desarmada, y de hecho, sea como sea. Además, como no se ha encontrado ninguna arma de destrucción masiva en Irak, porque efectivamente no existen – excepto tales que hayan sido introducidas por las tropas norteamericanas mismas – Bush junior pretende tildarse a sí mismo y a sus tropas como liberadores de Irak de la dictadura de Saddam Hussain, lo que sin embargo les llamó la atención incluso a los iraquíes atormentados por Saddam por décadas, de que todo era solo un enorme artificio embustero de los EE.UU. porque la situación real es que están interesados en el petróleo y en la anexión. La intención verdadera de los EE.UU., ya conocida desde la época del papi Bush, era la de ahuyentar a Saddam Hussain y establecerse militarmente en Irak para conseguir un nuevo orden en la región bajo comando norteamericano y tomar posesión de las enormes reservas de petróleo. Ya desde 1998 existía un concepto norteamericano y análisis correspondiente de la situación en Irak (léase bajo el título “Vor dem dritten Golfkrieg nachlesbar”, por Siegwart-Horst Gunther y Burchard Brentjes, edición de 2002).