La Vida en lo Espiritual y en lo Físico

La armonía es destruída, transformada y hasta hecha imposible. La naturaleza, sin desearlo, se vuelve testigo de la irracionalidad y la falta de sensatez del ser humano de la Tierra, quien se regocija tanto en referirse a sí mismo como la corona de la Creación. Él vive con su ilusión de autoelegido corona de la Creación y no está consciente de que sólo se ha puesto una corona que no merece. Además, se trata de una corona demasiado grande para él, que no puede llevar y que amenaza con aplastarlo con su peso.

En verdad, el hombre de la Tierra ha avanzado y se ha desarrollado "espléndidamente bastante" hasta el presente, hasta el momento del cambio en el cercano año 2000, y se ha llevado a sí mismo hasta el borde de un profundo abismo y ante las garras de la bestia de la demencia - siendo empujado por doctrinas erróneas y cultos de la más mala degeneración que producen odio, avaricia, vicios, penurias, lujuria y derramamiento de sangre. Y él, el hombre de la Tierra, quien se autonombró la corona de la Creación, él, quien gobierna el mundo y el universo - o los pretende gobernar - que ha conquistado el aire, el agua y el fuego, ha olvidado desde tiempos inimaginables cómo ser un ser humano verdadero, y cada vez más verdadero, y cómo pensar, actuar y vivir según normas espirituales y puras. Por eso, también ha olvidado fundamentalmente cómo vivir por sí mismo como un ser humano valioso en comunidad con otros seres humanos. En todas sus formas él anhela cosas y asuntos puramente materiales y materialistas y desprecia así como malas las cosas del espíritu, del progreso, del amor, de la verdad, del conocimiento, de la lógica y de la sabiduría.

Desde tiempos inmemoriales, el hombre de la Tierra solo ha querido una sola cosa: conseguir el poder, conseguirlo bajo cualquier circunstancia. Y cuando lo consigue, entonces lo utiliza sólo para la esclavización y la subyugación. Su grito de guerra siempre a sido luchar; y su victoria: la manifestación del infierno. Mediante muy malas y falsas doctrinas que esclavizan la conciencia, en su mayoría de forma culto-religiosa, él creó la coacción y la hipocresía; y a través de ellas hablaba de honor y de libertad cuando en realidad sólo pensaba en la esclavización de la conciencia, el abuso y la explotación en todo aspecto y en la dependencia absoluta.