Boletín Especial 5
Billy: Esa es una palabra muy cierta. Yo por mi parte pienso que ese presidente de los Estados Unidos, George Bush con sus cohortes de Guerra, Tony Blair con sus adeptos, así como los irresponsables que ejercen el poder en Japón, Australia, España y en todos aquellos países que entren a esa guerra, deben ser ubicados, en todos los aspectos, en el mismo nivel que Osama bin Laden, Adolf Hitler, Joseph Stalin, Milósevich y todos los demás de ese tipo que alguna vez existieron en la Tierra o están funcionando por ahí en el presente o que aún lo harán de la misma manera en el futuro. Y así como ya siempre ha sido el caso desde los tiempos antiguos con todos los criminales de guerra y criminales contra la humanidad, todos aquellos quienes participan de alguna manera en esta guerra de Irak - por muy poco que sea - no sólo cometen un crimen con el pueblo Iraquí, sino con la humanidad entera. Todo ello ya no puede ser denominado en forma tranquilizante como una simple acción reprobable ante el derecho internacional, sino sólo como un tremendo crimen contra la humanidad. Aún cuando los arrogantes mandatarios e inescrupulosos criminales de guerra de todos los estados involucrados están subjetivamente convencidos de sus acciones y de su forma de actuar, pensando que todo está correcto, desde el punto de vista objetivo, no existe para ellos ningún derecho de actuar así y de llevar a cabo esta guerra asesina. Como nunca antes, todo esto representa una amenaza para el destino de toda la humanidad terrestre. Todos los involucrados no importa de qué tipo son culpables de ataques ilícitos, desde el punto de vista humano, a inocentes y de aceptar la muerte de éstos sólo para lograr sus metas criminales. Todos ellos tienen sus ideas y su demencia impulsadas por el miedo, la obsesión, el fanatismo, la cobardía, el desprecio hacia el ser humano y el despotismo. Por eso descartan todo lo que no corresponde a su propia opinión y a su propio beneficio. Y una vez empezada su demencia, no son lo suficientemente grandes y son demasiado cobardes como para retroceder. Así se colocan, con sus acciones y su forma de hacer, con su arbitrariedad, su burla con la que desprecian al ser humano, y con su soberbia inescrupulosa e irreflexiva ante la vida, y por su endiosamiento, en el mismo nivel que todos los demás grandes criminales contra la humanidad que jamás hayan existido en la Tierra.