Boletín Especial 5

Ellos construyen el edificio de su poder sobre la sangre y las osamentas de sus víctimas torturadas hasta la muerte.
Cuán pequeño, cobarde y básicamente incapaz de vivir debe ser un ser humano (y también todo aquel que grita con éstos) quien por razones mediocres inicia una guerra devastadora sin ser consciente ni reflexionar acerca de las consecuencias y la pena y el dolor provocados por él debido a las mutilaciones, enfermedades y la cruel muerte de los seres humanos; esto se lo puede figurar cada persona inteligente fácilmente.
La guerra y la violencia siempre volverán a provocar sólo guerra y violencia, igualmente como cualquier otra forma de terror provoca una respuesta de terror, aún cuando la guerra, la violencia y el terror son provocados y realizados por un sólo individuo o por grupos que hipócritamente lo hacen en el nombre de la libertad o de un dios. Pero evidentemente la corta inteligencia del presidente George W. Bush, impulsado por venganza y odio, no alcanza para darse cuenta de ello ni tan siquiera para sospecharlo.
El odio despertado en el mundo árabe por el belicismo norteamericano con alta probabilidad puede conducir a que un día no muy lejano los estados islámicos con unificado y aniquilador poder, den un golpe de respuesta contra el mundo cristiano. Lo que nos puede pasar a nosotros, los no-musulmanes, y lo que entonces puede surgir de ello probablemente puede ir aún mucho más allá de los peores escenarios de horror; recuerdo que Pakistán tiene la bomba nuclear, como también y es lo que se sabe hasta el momento también la tienen Israel, China, Estados Unidos, India, Francia y Corea del Norte. Y lo que esto significa si los dementes avaros del poder oprimieran el botón rojo, esto seguramente se lo puede imaginar hasta el más tonto.
Si la humanidad no se reconoce por fin como una unidad pues todos dependemos de todos que debe estar construida sobre una actitud humana verdaderamente libre de ideología, así como sobre una unión, una paz real y una verdadera libertad, entonces ella caerá al precipicio de su propia aniquilación y será testigo de ello.
Cada uno de nosotros, como parte de la humanidad, por fin debe hacerse consciente de su responsabilidad participativa y de llamar por su nombre a los malhechores y los males con palabras verdaderas, claras y no diplomáticas y libres de mentiras, y luchar por la verdadera paz y la verdadera libertad.

Achim Wolf, Alemania