Boletín Especial 10
Sería interesante saber si estos profundos conocimientos del obispo sobre el modo de ser de las mujeres se basan en la experiencia con concubinas católicas, cortesanas, favoritas u alguna que otra sirviente amorosa o bien de las “generosas informaciones” de las queridas de los clérigos cuya “continencia” se presupone. Naturalmente que saben de lo que hablan los numerosos santurrones católicos, “protectores” de viudas y huérfanos. En definitiva, no es ningún secreto que fluye dinero a millones para tapar las bocas de las “madres caídas y sus hijos ilegítimos” de párrocos católicos que han sido “seducidos”. Sin embargo es obvio que semejante obra social de “amor cristiano al prójimo” y misericordia no es necesariamente para el conocimiento público, como si fuera propaganda electoral. De hecho no se puede ocultar una cierta ridiculez en este “Diccionario de la vida”. Mientras tanto, se conoce en todo el mundo que la iglesia católica propugna ideas de dudosa moralidad, hipócritas y muy propias de la edad media. Por un lado ponen muy en alto los preceptos morales como fachada exterior, y por otro lado, desde las posiciones más elevadas intentan disimular con todos los medios posibles los delitos propios, los que abarcan desde violaciones y abusos a menores por sacerdotes católicos hasta denuncias por paternidad. De momento, los periódicos informan regularmente sobre sentencias de falibles “de la fe”. Solo este hecho es motivo suficiente para que uno regrese a la base de la realidad en lo referente a la verdadera forma de pensar de esta religión de culto, que pone en peligro a las personas, y que uno reflexione sobre los verdaderos valores de la existencia humana. Es decir, sobre la original y poderosa Creación, la cual en su armonía no conoce ni religiones de culto, ni Papas, ni párrocos o ídolos, o ningún otro poder o “Dios” que determine nuestros destinos.
Hans-Georg Lanzendorfer, Suiza