Boletín Especial 10

Entre ellos hay muchos afectados que ya no se dejan comprar con las simples y banales disculpas que la iglesia da por sus crímenes. Los sucesos y reproches dirigidos a la iglesia que han sido tratados en los medios de comunicación van desde monjas violadas por sacerdotes, desvíos de dinero, relaciones homosexuales y degeneraciones sodomitas, así como asesinato entre sacerdotes, hasta el reprochable abuso sexual y la violación de inocentes menores de edad. Los acusados no son sólo simples párrocos, sino también altos dignatarios con nombre y reputación en esta empresa terrenal de “dios”.

Evidentemente, nada ha cambiado en las prácticas y las degeneraciones eclesiásticas desde la Edad Media.

Probablemente, viéndolo relativamente, las degeneraciones incluso han aumentado aún más. Sin embargo, en el transcurso de la nueva era, los métodos de ocultamiento y el secretismo acerca de los delitos sacerdotales han sido mejorados y refinados. Han sido adaptados según la época, y el ocultamiento ha sido simplemente perfeccionado. En realidad podemos considerarnos afortunados de que la iglesia ya ha perdido su poder absoluto, como fantasma terrible y asesino de la inquisición, pues de no ser así, las hogueras aun arderían hoy con absoluta seguridad.

De hecho, incluso al inicio del tercer milenio aún existen personas con creencias obsesivas culto-religiosas y con complejos morales que, por su posición en la iglesia, se creen apóstoles de la moralidad. Y es increíble que se trate de personas supuestamente “preparadas”, con títulos y varios años de estudios en universidades teológicas.

Sin embargo, tanto la edad avanzada como cierta experiencia en la vida no protegen contra los criterios medievales así como puntos de vista carentes de sensatez e inapropiados para esta época.

Con una obstinada sobreestimación de sí mismos y con una peligrosa ignorancia, las “eminencias” santurronas reclaman además el derecho de calificar el amor entre miembros del mismo sexo como un “déficit”. Es muy evidente que estos hipócritas apóstoles de la moral nunca han considerado el hecho de que la sexualidad, “oficialmente” reprochada por ellos, no tiene que ver sólo con la procreación de los seres humanos, sino que también alberga dentro de sí un factor muy profundo, importante y formativo de la psique y de enlace entre una pareja – sin importar si se trata de un enlace homosexual o heterosexual. Como mínimo, los responsables de la iglesia, desde hace siglos han engañado con el dedo índice levantado y con gestos amenazantes a sus ciegos creyentes con lo opuesto a la verdad real.