Boletín Especial 10

De acuerdo con la vieja y consabida forma de actuar de la iglesia y propia de la edad media: en tanto un sacerdote peca, incluso practicando vicios, asesinando o violando, él es una ovejita descarriada que debe regresar a su rebaño. Pero si se trata de un pequeño y vulgar ciudadano mundano que se resiste a la “santa” forma de pensar de la iglesia, lo arrojamos a la hoguera y gozamos de sus pertenencias – Amén.

En estos nuevos tiempos aparecen en aumento las personas perjudicadas y valientes que se alzan contra la iglesia y sus superiores. Hombres y mujeres que salen desde atrás del velo del secretismo y denuncian públicamente a sus explotadores sexuales y verdugos eclesiásticos. De este modo, a principios de Octubre del 2002 han sido oídos por la ONU especialistas y víctimas de sacerdotes pedófilos. Cosa que les fue denegada anteriormente por el secretariado de estado del Vaticano. Abogados informaron sobre cómo sus intentos contra los imputados altos cargos eclesiásticos desembocaron a un vacío y cómo la “Santa Sede” hacía fracasar las denuncias de abogados y víctimas. La postura real de la iglesia puede verse claramente en el siguiente ejemplo que salió en la prensa:

Primero fue en Abril del año 2002 que el Papa declaró la “tolerancia cero”, con la presencia de los medios de comunicación en una cumbre con obispos de EEUU en Roma, como divisa de la iglesia y sellando a fuego la pederastia como un crimen. Pero después en Junio, cuando la conferencia de obispos de EEUU en Dallas fijó duras medidas contra los sacerdotes pederastas, el Vaticano se negó a aprobarla y más bien reclamó los derechos de los sacerdotes (Periódico “Tages-Anzeiger” del 14 Octubre del 2002).

Esta clase de comportamiento falso e hipócrita es como un puñetazo en la cara de la humanidad y puede considerarse como un consentimiento a la explotación sexual de niños. Una vergüenza para la justicia y la humanidad, que los derechos de sacerdotes pederastas se sitúen por encima de los derechos y sufrimientos de los niños maltratados. ¿Cuántos crímenes y obvios desprecios contra la humanidad, violaciones, opresiones, abusos, torturas y perversiones por parte de la iglesia y sus responsables debe soportar la humanidad antes de que despierten del azote los últimos incomprensivos “ciegos creyentes”? Con un número de más de 5000 casos de abusos sexuales por parte de círculos eclesiales ya no se puede hablar de “casos esporádicos”.

A pesar de todo no se arregla nada con colocarlos en la picota y reaccionar con violencia contra los culpables curas, obispos y párrocos, en la forma típica de la edad media.