Boletín Especial 10
Sexualidad y Vida
O bien ¡Qué “sabe” el Papa de sexualidad y de tener hijos!
El Papa y sus “entendidos” en materia de “moralidad” creen estar obligados a indicar a intervalos regulares aquello que él y el clero entienden por ética y moralidad. Tal como se comunicó en los medios el 20 de Marzo del 2003, el “consejo familiar del Papa” ha publicado un supuesto “diccionario de la vida”. Con este diccionario de la familia y de la vida intenta debilitar los mitos del sexo seguro y de la superpoblación.
Sin embargo, la simple idea de recibir una información bien establecida y objetiva de una comunidad de hombres más que vieja, que supuestamente se han prescrito el celibato y la continencia sexual, caerá como una ducha fría sobre la espalda de muchas personas.
La iglesia católica además advierte que la obra no pretende exponer la posición del Vaticano en forma de catecismo, sino que intenta más bien rectificar conceptos comunes pero confusos en los ámbitos de la familia, la vida, la bioética y la política de la población. Con “rectificar”, el obispo Karl Romer, uno de sus autores, entiende lo siguiente:
“Si yo trato a gente que viven juntas o bien homosexuales de igual manera como a los casados, eso significa una discriminación del matrimonio”. Según reportajes en la prensa, para Kart Romer tratar de la misma manera a cosas diferentes significa la discriminación. El hecho de que la mujer pueda disponer o determinar libremente acerca de un niño no nacido, es calificado por él, según lo publicado en el periódico, como el “horrible individualismo de una limitada libertad”.
Naturalmente uno debería suponer que los obispos están instruidos en la psicología y el conocimiento humano. En consecuencia pueden formular, sin objeciones, frases como la que sigue: “Si la mujer está esterilizada o se protege artificialmente” según Romer, “entonces puede ir con quien quiera y tantas veces como lo desee. Será una mujer triste e infeliz, un objeto.” Esta fantasía de hombres católicos excluye naturalmente cualquier planificación familiar controlada a mujeres responsables que se protegen contra el embarazo.
La superpoblación tiene el valor de mito en la iglesia católica, ya que ella es en realidad su capital de supervivencia. Ella garantiza a la fábrica de creyentes una gran cantidad de ovejas creyentes y ciegas, que a través de misericordiosas visitas del Papa en sus barrios pobres y con eslogans publicitarios como: “amor, fe, esperanza”, y también promesas del “paraíso”, depositan en la caja de limosnas para el beneficio del obispado. Y esto aún desconsiderando el hecho de que el Sr. Romer, con sus conocimientos espirituales y especializados de la psique femenina, sitúa la prevención del embarazo de mujeres conscientes y responsables al mismo nivel que la prostitución y la fornicación