Boletín Especial 6
En realidad, mediante su voto (X), determina a su propio verdugo y esclavista. El individuo de hoy está tan manipulado que ya no es capaz de emprender su propio camino evolutivo, sino que siempre sigue el camino de los políticos. Aquí yace la cruz; la debilidad del individuo. En lugar de denegar la (x), asegurando así su propia evolución, sigue al dios político sumisamente y con ciega obsesión. La televisión, los medios impresos, la desinformación programada y los juegos electrónicos que glorifican la violencia contribuyen fuertemente a la presente conciencia de las masas.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Debemos buscar la causa y empezar ahí donde el mal está enterrado. El mal es la conciencia individual que vía la manipulación y desinformación, finalmente se expresa en la conciencia de las masas. Este mundo con sus “príncipes regentes” psicópatas sólo puede cambiarse si la conciencia individual se dirige hacia lo opuesto, dándole una clara respuesta negativa a este producto artificial que es el “sistema mundial”. De alguna manera debemos aclararles a las personas que a raíz de la aceptación de este producto artificial se encuentra en una situación de esclavitud que no tiene fin. ¿Qué significa esto para la transformación que en última instancia debe inducir un cambio? Tenemos dos posibilidades: O recorremos el largo proceso del trabajo básico de la explicación, o permitimos que seres altamente desarrollados aparezcan aquí nuevamente, para enseñarles a los seres humanos clara y compresiblemente que están en el camino equivocado porque consideran como la única realidad aquello que ven y experimentan en el presente. Esto último, con seguridad, llevará a una depresión colectiva, pero personalmente, esto me parece ser el único camino de funcionamiento rápido para liberarse del aprisionamiento causado por los poderosos de los estados y de las religiones. La primera alternativa es como una masa inerte y como un camino empedrado. “El profeta no vale nada en su propia tierra”, así está escrito. Hoy, ningún ser humano está dispuesto a seguir aquellos que convocan a un cambio de rumbo en la forma de pensar. ¿Por qué no? Porque los poderosos se encargan de que la masa deba de preocuparse de la lucha por sobrevivir, lo cual al individuo le parece mucho más importante que preocuparse de un nuevo orden en la forma de pensar o en un nuevo orden mundial. Aquí yace el poder de las empresas multinacionales con sus secuaces y recaderos (los políticos), quienes, como en un juego de ajedrez, son sacrificados en cualquier momento por el equipo de la “Gerencia Mundial” como si fueran peones.