Boletín Especial 11
Monólogo en la oficina oval
Muy al contrario, a O´Neil le resultaba invisible otra cosa: Las supuestas pruebas de que Irak escondía armas de destrucción masiva. – aquella razón para la guerra presentada por Bush y Powell ante las Naciones Unidas. “En los 23 meses en que estuve en ejercicio nunca logré ver nada que yo caracterizaría como una prueba de armas de destrucción masiva“ dice O’Neill, cuya oficina mantenía su propio departamento de servicio secreto. “Había gente que hacía insinuaciones y afirmaciones. Pero yo ya he estado bastante tiempo en esto y conozco la diferencia entre prueba y afirmación….En el material del servicio secreto nunca he visto nada que yo describiría como pruebas auténticas.”
Las acusaciones, les dejan sin cuidado a los colaboradores de la Casa Blanca. “Tales informaciones existían sólo para gente enterada,” dice un ayudante de Bush. “O’Neill no estaba en la posición para enterarse de algo así.”
No obstante, algo que O’Neill llegó a conocer muy rápidamente fue el estilo de gobernar y dirigir de Bush. Recibió un anticipo durante su primera conversación de una hora en la oficina ovalada. “Estuve sorprendido que sólo yo estaba hablando y el presidente sólo escuchaba”, recuerda O’Neill del extraño encuentro. “Más bien fue un monólogo.”