«Debe haber castigo...»
Esto quiere decir que ni el individuo ni la sociedad deben juzgar injustamente a aquellos que han cometido una falta y que deben ser sometidos a un castigo. El castigo siempre debe ser humano y mesurado, y nunca debe basarse en odio, venganza y desquite. Todo ser humano, sin importar el delito que haya cometido, es ahora como antes, un ser humano de valor íntegro que es parte de la sociedad, quien muy bien puede cambiar. Y esta posibilidad también existe si la persona falible es totalmente degenerada y debe ser excluida de la sociedad de tal manera que la única posibilidad de protegerla es mediante una prisión, una penitenciaria, un campo de castigo o un lugar alejado de expiación. Pero esto significa que a pesar de ello, él sigue siendo un miembro de la sociedad y se le debe dar la posibilidad de aprender, de seguir siendo humano y de ofrecerle la seguridad de su cuerpo y vida, como también la posibilidad de realizarse como un verdadero ser humano. Es tan fácil insultar los criminales, los terroristas, fanáticos de sectas, los criminales violentos, los asesinos y los poderosos de estados irresponsables, criminales y terroristas, y condenarlos hasta el infierno y desearles la muerte y todo lo peor, hacerlos ejecutar e incluso torturarlos física y psíquicamente. Sin embargo, ellos también son seres humanos que tienen un derecho para vivir, aún cuando ellos mismos mandaron a matar a un ser humano o a muchos o incluso si mandaron a asesinar a miles o a millones de seres humanos mediante la guerra y el terror. Nunca se debe juzgar a las personas con la misma medida con la que ellos cometieron sus acciones. El odio, la venganza y el desquite nunca deben ser una medida de castigo por algún crimen, por muy grave e inhumano que sea, pues el odio, la venganza y el desquite son igualmente degeneraciones de lo peor, como lo son también los crímenes violentos de los falibles. Desde luego, los criminales violentos, delincuentes, asesinos, terroristas y todo tipo de criminales contra la humanidad no deben salirse de ello como si nada, y por lo tanto deben ser castigados. El castigo, la medida del castigo y la ejecución del castigo, sin embargo, siempre deben ser y permanecer humanos y nunca deben poner en peligro o herir el cuerpo ni la vida de los falibles.