Armas, falsa educación, matar, guerra
Los motivos por los que las armas se utilizan, también por aquellos que creen poseer un control riguroso sobre ellas y su utilización, son extremadamente variados. Pueden ser celos, odio, sed de venganza, sed de desquite así como castigo, falso amor, crecientes riñas en la familia, con los vecinos y entre conocidos, amigos o extraños, crisis severas, apuros económicos, envidia, menosprecio de sí mismo, destrucciones, lesiones, depresiones, o bien esquizofrenia, etc. De repente, desde estos factores, puede salir muy de prisa una catástrofe. Y de semejantes cosas, puede verse prácticamente afectada cualquier ser humano; es decir, incluso aún cuando éste se sienta estar por encima de ello, teniendo el control sobre sus propias armas o las armas en sí. Las excepciones entre los seres humanos de la Tierra en este sentido, son de tal modo escasas, que bien apenas pueden nombrarse con un número.
Es la amarga verdad, que muchísimas personas tienen obsesión por las armas, por lo que se incrementan drásticamente los riesgos, cuando ellas adquieren un arma; es decir, totalmente igual si se trata de un arma blanca, punzante, de estocada, estranguladora, una honda o un arma de fuego. Así pues es demostrable que cuando aparecen algunos enfrentamientos o problemas psíquicos, el riesgo asciende ocho veces más, tan pronto un arma está disponible para actividades violentas. Los suicidios se elevan incluso diez veces más, cuando se presentan problemas psíquicos con depresiones, como también sucede en las crisis, así como en casos de ser expuesto al ridículo y a la vergüenza. El ser humano es un ser sociable, al que se le crean miedos y tormentos, cuando por parte de otros es excluido, se le trata con injusticia y no pertenece a ningún sitio.
La consecuencia es que, a través de los dolores psíquicos que lo torturan en pensamientos y sentimientos, se vuelve depresivo. De esta manera, tarde o temprano empieza a definir él mismo la justicia y la injusticia, y echa mano al arma en un último acto, para justificarse y vengarse; y esto a sangre fría y sin piedad. En ello juegan un papel poco glorioso las armas de fuego en particular, así como también los venenos y los materiales para ahorcarse, los que en este caso pueden denominarse como armas de suicidio. Cuando no sólo se hacen vanas amenazas de suicidio, para forzar a otras personas a hacer algo, entonces por lo general le preceden a la acción del suicidio varias fases de actitud decidida y de duda, alternando una con la otra, si es que no se trata de un suicidio emocional.