Boletín Especial 2

Además se supone que existen planes de ataque iraquíes contra los países vecinos, mientras que Irak también instruye a terroristas y los consiente en su suelo bajo auspicios de Saddam Hussain; también se supone que él financia el terrorismo internacional y lo apoya económicamente. En pro de todas estas aserciones, Bush y sus simpatizantes, como también los inspectores de la ONU y los mandatarios de otros países amigos de EEUU que aúllan con él, hasta hoy no han ofrecido ninguna prueba. Y cuando semejantes pruebas sean ofrecidas para convencer, por ejemplo, a la ONU con el fin de que dé un consentimiento a la guerra, entonces es de preguntarse si estas pruebas no son falsificaciones que solo sirven para que Bush, y con ello Norteamérica, puedan atacar a Irak.

Como se sabe, los inspectores de armas tienen libertad de acceso en todo sitio en Irak y no han podido encontrar nada que no esté en los conocidos y declarados sistemas de armamentos. Sistemas de armamentos que además fueron ofrecidos en los años 80 por EE.UU. mismo a Irak, su aliado en aquel tiempo. A pesar de todo esto, no le permite al irresponsable mandatario de Norteamérica, George W. Bush, entrar en mejor juicio en su obcecado odio y en su degenerado miedo, cobardía y sed de venganza, por lo que él continúa adelante con su demencia a pesar de todas las protestas alrededor del globo contra él y su agitación bélica. Incluso en EE.UU. se levantan muchas voces en su contra, pero son tan simplemente ignoradas por Bush, como también lo son las altas cifras de víctimas que se puede esperar de la guerra de Bush contra los países que él llama “países bribones”. Y el hecho de que de esta manera la demencia de Bush pueda conjurar incluso la Tercera Guerra Mundial, esto no es capaz de reconocerlo el presidente estadounidense en su estupidez, en su odio, como tampoco en su irresponsabilidad, miedo, cobardía, sed de poder, autocracia, arrogancia, sed de venganza y su anhelo de elevarse como un Dios. En esto también se involucra el hecho que los militares estadounidenses puedan probar en una contienda las más nuevas y supermodernas armas y además se pueda estimular la industria armamentista norteamericana y así también sacar enormes ganancias y solucionar mucho la falta de trabajo. Igualmente como fue el caso en 1945, cuando Norteamérica redujo a cenizas a Hiroshima y Nagasaki con bombas atómicas: Una operación que estuvo en preparación por alrededor de cinco años, y en la cual los Japoneses fueron prácticamente forzados por los estadounidenses a bombardear Pearl Harbor para que el contragolpe pudiera ser con bombas atómicas, lo cual le dio a Norteamérica la posibilidad de llevar a cabo una efectiva prueba del armamento nuclear.