Boletín Especial 2

Incendiarios Encima del Polvorín

¡Qué ambiente de apertura dominaba al comienzo de los años 90, cuando por medio de la iniciativa del entonces presidente soviético Gorbatschow se derribaba el muro de Berlín y se terminaba la guerra fría! La esperanza y apertura se esparcían a lo largo del mundo y las tendencias pacíficas condujeron hacia resultados positivos en muchos sitios. Las perspectivas tenebrosas, tras decenas de años de confrontación armamentística, respecto al futuro de la Tierra, se despejaron a los pocos años, aún a pesar de la guerra del Golfo de 1991. En el fondo, ésta fue justificada (pero no los crímenes de guerra que se cometieron en ella), pues la conquista de Kuwait por la armada Iraquí y las demás ansias de expansión no podían ser toleradas y porque para ello precedía una decisión de la ONU que satisfacía el derecho internacional. De todo ello, actualmente, a comienzos de Febrero del 2003, no existen ni rastros. Nada de sensatez ni sentido de responsabilidad, sino amenazas de guerra, odio, venganza, fanatismo y locura religiosa se difunden por los medios de comunicación y perjudican e influencian a los inseguros ciudadanos y a los que son fáciles de manipular. Hechizados como el conejo frente a la serpiente, muchos encargados de la política y la economía se cruzan de brazos y ya se han resignado con que la gran potencia de EEUU invada Irak, en el Oriente Medio, con el fin de destruir el régimen de Saddam Hussain para supuestamente salvar al mundo del terrorismo. Lo que ellos y una gran parte de la población mundial no consideran, y lo que tampoco se da cuenta una gran parte de la población norteamericana, quienes con su volubilidad e influenciabilidad caen como hipnotizados frente a cada retórica patriótica de su presidente es que: la situación actual es fundamentalmente diferente de aquella del 1990/91. ¡Aquí se trata de un inminente ataque bélico unilateral que puede traer consecuencias inesperadas! Juzgándolo a partir de los hechos hasta la fecha, el gobierno norteamericano (y por supuesto también el británico, así como otros que aúllan al unísono) es incapaz, con toda la probabilidad, de prever las consecuencias fatales que conllevará una semejante guerra. El desencadenamiento, directo o indirecto, de una Tercera Guerra mundial es probable, ya que en cada momento pueden utilizarse armas químicas y/o biológicas, o incluso atómicas (por ejemplo por parte de los israelíes)! Lo que el presidente norteamericano, en creciente y más poderoso tono está provocando por sus habladurías, no es una inminente guerra "normal", sino una verdadera cruzada. Como él dijo al final de Enero en su discurso “State of the Union”: “La libertad que apreciamos no es un regalo de Norteamérica al mundo, sino un regalo de Dios a la humanidad. (...) Que ahora Dios nos guíe.