Boletín Especial 10
¡Es imposible…!
o: nada es más imposible que la imposibilidad
Anualmente se busca la palabra de moda del año. En el año de 2002 el dicho “Yo, tal y cual, S.A.” fue elevada al pedestal. Personalmente yo también ampliaría esta elección cada año con otra frase, en este año con la afirmación: “¡Es imposible…!”
A decir verdad se podría opinar que los científicos y científicas de nuestro llamado “nuevo tiempo” son personas que están interesadas en el descubrimiento de nuevas regulaciones o de la exploración de secretos aún no descubiertos. En realidad, toda ciencia debería ser realizada por personas que no se dejan intimidar por aparentes limitaciones físicas – técnicas, restricciones o imposibilidades que aparecen en primer plano. Sin embargo, es muy evidente que el hacer posible lo “imposible”, sólo está en la conciencia de los ingenieros de aquella marca de automóviles que utilizaron el eslogan en cuestión. No obstante, en ocasiones se informa en publicaciones científicas o notificaciones de investigación acerca de cosas y conexiones que supuestamente son simplemente “imposibles”. Así sucede también en un artículo del “Tagesanzeiger” (periódico de Zürich), del 30 de enero de 2003. En la razón social de “Conocimiento” fue publicado un breve reportaje con el título: “Ciencia Ficción en el Laboratorio”. Entre otras cosas decía: “Es imposible teletransportar materia y energía, es decir, transportar materia y energía de un lugar a otro”, así escriben Nicolas Gisin y sus colegas de la Universidad de Ginebra en la actual edición de “Nature” (tomo 412, p. 509).
El equipo de Ginebra había logrado teletransportar unos llamados “bits cuánticos” desde un laboratorio a otro, a través de una distancia considerable; a saber, mediante un conducto de telecomunicación con un cable de fibra de vidrio de una longitud de dos kilómetros. En base a sus investigaciones, los investigadores han llegado a la conclusión de que sin cable, es simplemente imposible transportar de un lugar a otro materia a nivel de energía. Por supuesto, yo no soy ni físico ni investigador cuántico y estoy familiarizado sólo en forma teórica con las posibilidades técnicas de nuestros visitantes de las Pléyares en Hinterschmidrueti. Desde luego, tampoco puedo explicarles a las científicas y científicos, cómo tienen que lograrlo finalmente; esto es tarea de ellos. De acuerdo a mis informaciones, los pleyarianos están adelantados a nosotros en más de ocho mil años terrestres con respecto a cuestiones técnicas. Sin embargo, para sus visitas al Centro de la FIGU, ellos utilizan exactamente aquella tecnología que es calificada como “imposible” por nuestra ciencia terrestre.