Sobrepoblación 04

Nosotros tenemos la elección. O firmamos ya nuestra propia sentencia de muerte y con ello la de la humanidad entera, o introducimos medidas inmediatas y radicales, que contengan efectivamente el crecimiento constante de la populación humana. Para eso sólo hay un camino: debemos parar esta multiplicación parecida a la de los conejillos de India. Debemos evitar que se procreen más vidas, pues una vez que estén en el mundo, toda forma de vida tiene el derecho de cumplir su plazo de vida completamente hasta su fin natural. Por lo tanto, no se pueden tomar medidas apenas cuando el individuo ya esté aquí, sino que se deben aplicar de tal manera que no se pueda engendrar nuevos seres humanos por un período de siete años, según un sistema predeterminado.

Sin embargo, este es en realidad uno de los puntos más débiles, ya que el ser humano prefiere producir hijos en serie, y sólo después, desesperadamente, trata de controlar todos los problemas actuales de falta de alimentación, contaminación ambiental, falta de espacio, falta de trabajo, etc. Él prefiere hacer eso antes que reflexionar sensatamente y ver que con cada individuo adicional en el mundo, las miserias y los problemas se multiplican y se vuelven insolubles. Sólo un egoísmo sin límite puede llevar a una familia por el mal camino de tener muchos hijos, pues nadie querrá sostener que hoy en día se puede dar a varios hijos lo que legalmente les corresponde conforme a las leyes creadas. Así por ejemplo, un niño tiene el derecho a un sano desarrollo síquico y corporal. La realidad, sin embargo, ridiculiza en forma humillante estas intenciones tan honorables, ya que sobre la Tierra ya no hay ningún sitio más donde la naturaleza todavía no esté sufriendo. Para que ella se pueda recuperar, necesita tiempo y espacio, y esto sólo se puede realizar si la humanidad reduce sus números a niveles acordes a la naturaleza, a lo que el planeta es capaz de soportar. Cada jardinero sensato planta en un terreno sólo el número de plantas que se puede desarrollar saludablemente en dicho terreno. Si las plantas estuvieran demasiado cerca una a la otra, entonces se atrofiarían y nada de esto serviría. Así precisamente también ocurre con el hombre. Él sólo puede ser un ser humano real cuando posee los requerimientos necesarios para la vida. Esto a su vez, es posible sólo cuando en la Tierra habiten tantas personas como ella es capaz de sostener.