Sobrepoblación 04

Naturalmente, una mujer no puede simplemente entregarse sexualmente al hombre sin pensarlo, o simplemente hacer el amor sin anticonceptivos y pensar que luego ella simplemente podrá abortar. Eso ya sería un homicidio.

Si planto 10 plantitas de lechuga y sólo puedo comer una y luego arranco y me deshago del resto, entonces esto sería una degeneración. También el aborto, en esta forma, es una degeneración que incluso se asemeja al asesinato. (la lechuga también es una forma de vida a la que se debe veneración y respeto como a todos los animales y seres humanos.)

Especialmente en nuestro medio hay para todos suficientes anticonceptivos que las mujeres pueden usar para protegerse. Ya desde tiempos antiguos las mujeres se cuidaban de los embarazos indeseados. En cada país se produjeron ideas y medios propios en este respecto. Por ejemplo en Japón, las mujeres ingerían miel con abejas muertas. En Africa del Norte, tomaban agua con la que se habían lavado cadáveres, o tomaban la espuma de la boca de los camellos. El Talmud babilónico menciona: "una mujer puede beber una copa de jugo de raíces para volverse infértil", etc.

En el pasado, la humanidad estaba más consciente con respecto a los descendientes indeseados. En el imperio romano, por ejemplo, la mayoría de la mujeres tenían un solo hijo, el así llamado hijo deseado. Este concepto ha desaparecido desde el tiempo de la cristianización y la expansión del catolicismo, puesto que repentinamente se estableció la tendencia de procrear hijos como conejos; sólo para por un lado, obtener aún más partidarios católicos, y por otro lado, para tener más combatientes contra las odiadas autoridades, especialmente durante y desde la Revolución Francesa. Estas ideas debieron haber venido de gente con ideas realmente muy miopes y de origen muy egoísta.

Las mujeres que conocían la herboristería también conocían ciertas hierbas que podían interrumpir el embarazo. Aquellas mujeres conocedoras, generalmente parteras o comadronas, fueron acosadas por la iglesia como brujas y fueron quemadas; especialmente aquellas mujeres que eran parteras y herboristas que hubieran podido prevenir una sobrepoblación.

La iglesia, como también la revolución francesa, son los causantes reales de la sobrepoblación. La iglesia quería elevarse a ser poder mundial y guiar la guerra de revolución contra las autoridades. Ellos necesitaban creyentes y soldados para por un lado, hacer fuerte a la iglesia, y por otro lado, derrocar a las autoridades.