La Vida y la Muerte Están Inseparablemente Unidas Entre Sí

Lo que el ser humano puede llevarse a la muerte es sólo su forma espiritual de naturaleza creacional, pero nada más, pues todo su conocimiento, su verdadero amor, su sabiduría, sus facultades, sus aptitudes, sus costumbres y posibilidades, etc., no están dentro de él mismo sino en los bancos de almacenamiento, los cuales perduran por todos los tiempos y desde los cuales, después del renacimiento de la forma espiritual en un cuerpo nuevo, la personalidad nuevamente creada por el bloque conjunto de la conciencia puede “extraer” nuevamente los conocimientos en forma de impulsos, consciente o inconscientemente. Por lo tanto, con la muerte se conservan y se depositan definitivamente en los bancos de almacenamiento todos los conocimientos y todo talento, así como todos los potenciales que la personalidad acumuló mediante sus pensamientos, sus sentimientos, así como mediante sus acciones y emociones, etc., y luego la personalidad antigua se disuelve mediante un proceso transformador del bloque conjunto de la conciencia para hacerle sitio a una nueva que se creará como algo nuevo.
Si el ser humano se esfuerza durante su vida en organizarla y cumplirla correcta y evolutivamente, y también en prepararse conscientemente para la muerte, entonces también adquirirá respeto ante la muerte y también ganará y mantendrá la confianza para que, al final de sus días, reciba la muerte con dignidad y sepa tratar con eficacia y sin temor las experiencias que se manifiestan durante el proceso de transición a la muerte.

Si el ser humano se capacita verdaderamente durante su vida para desarrollar una concienciación en relación al fallecimiento y a la muerte, entonces será capaz de manejarse de una forma tan digna con su morir y con su muerte como ambas lo merecen. A medida que las funciones particulares del cuerpo material se disuelven poco a poco, entonces aparecen la felicidad, la paz, así como también el verdadero amor y una libertad sin límites, que dejan reconocer la irradiante luz del plano elemental del más allá espiritual. La conciencia decae en agonía, por lo que desaparece el mundo material como a través de un velo y deja el paso hacia una esfera que resplandece con una claridad radiante y que palpita llena de armonía, la cual ningún ojo material puede descubrir. La condición material de la conciencia se disuelve y la luz clara del umbral de la muerte, señala el camino hacia la infinidad creacional del más allá.

(Traducido por Wolfram Heine, Ramón Sambola y Juan Villegas)