VOSOTROS MISMOS CARGAIS CON LA RESPONSABILIDAD...
- En su modo de acción, las leyes y los mandamientos de la Creación están unidos a las causas y los efectos, y como consecuencia, un efecto cambia según una nueva causa, lo cual significa que el efecto de una causa antigua se puede cambiar hacia lo bueno o lo malo cuando se genera una nueva y correspondiente causa; esto significa por ejemplo, que se puede detener el efecto malo o negativo que lógicamente proviene de una causa mala y negativa, y se puede cambiarlo por uno bueno y positivo si la causa correspondiente se cambia hacia lo positivo y lo bueno – y así es como trasciende la interacción y el destino, lo cual os afecta a vosotros, seres humanos de la Tierra, tanto directa como indirectamente, incluyendo también a las profecías, que sirven de alerta sobre efectos que parten de determinadas causas malas, malvadas y negativas, las que sin embargo pueden cambiarse hacia lo bueno y lo óptimo al desarrollar causas nuevas, buenas y positivas.
- Vosotros, humanos de la Tierra, estáis fundamentalmente atados a vuestras propias obras, a vuestros pensamientos y a vuestros sentimientos, a vuestro actuar, a vuestras acciones y actos y ciertamente tanto en lo referente a vosotros mismos como también en lo concerniente a vuestros prójimos y semejantes, en cuyo favor o contra lo orientáis todo.
- Cuando vosotros tomáis una decisión de haceros algo malo y desagradable a vosotros mismos o a vuestros semejantes, aunque sólo sea en pensamientos, sentimientos, acciones o palabras, con ello colocáis algo en el mundo que continúa desarrollándose y poniéndose en funcionamiento en la misma y deseada forma, y produce su efecto, y es totalmente igual si todo es visible o invisible, y por consiguiente, si es de sustancia fina o de sustancia gruesa.
- La manera en que se forma el efecto de vuestros malos y malvados pensamientos y sentimientos en vosotros mismos o en vuestros prójimos o semejantes, yace totalmente en la disposición psíquica y el estado de conciencia vuestro y de vuestros prójimos o semejantes, lo cual determina si la agresión puede acarrear perjuicios o no.
- Vuestro propio estado psíquico y de conciencia, el del prójimo y el de los semejantes siempre es decisivo, de modo que nadie está abandonado y desprotegido ante cualquier tipo de agresión; y vosotros mismos, tanto os podéis defender contra vosotros mismos como también contra agresiones externas de la misma forma que vuestros prójimos y semejantes se pueden defender contra vuestras agresiones o de otros.
- Reflexionad, como creadores de vuestras decisiones y de vuestras intenciones - y consecuentemente también de las causas que así ponéis en marcha - vosotros permanecéis absolutamente atados a todo ello, de modo que todo siempre retorna nuevamente a vosotros en forma de interacción y de destino y os alcanza, y sin importar en absoluto si sucede en corto tiempo o sólo después de largo tiempo, y si la causa es buena o mala.
- La Ley de la Interacción, y también vuestro destino correspondiente, se desencadena por vosotros mismos, seres humanos de la Tierra, cuando a través de la moción de una elaboración, como los pensamientos, los sentimientos, las acciones y actos, así como una labor de cualquier índole, ellos atraen a su vez a otras de la misma naturaleza, así como ellas mismas son atraídas por similares, lo cual causa una acumulación que genera una enorme fuente de energía; todo se acumula en una gran energía con mucha fuerza que actúa como emisora y reenvía todo al autor.
- Mediante la acumulación de las energías y fuerzas que provienen de causas mentales y sentimentales, se produce una concentración cada vez mayor, por lo que finalmente se manifiesta un factor de sustancia gruesa, es decir, el destino, que el mismo productor de los pensamientos y sentimientos correspondientes debe experimentarlo, vivirlo y liquidarlo; este es el desarrollo real de vuestro temido y mal comprendido destino, el cual surge como efecto de una causa generada por vosotros mismos.
- Reconoced pues, que el destino que os habéis creado siempre es justo, hasta el más ínfimo y pequeño detalle, y corresponde a los efectos de las leyes creacionales, pues a causa de la atracción y acumulación de vuestros propios pensamientos y sentimientos, vuestras acciones, actos y vuestras labores, vosotros atraéis a su vez lo del mismo tipo, lo cual irradia de regreso hacia vosotros así exactamente como vosotros lo habéis creado y querido, así como lo habéis causado, sólo que más intensificado; y no juega ningún papel importante el que todo ello sea dirigido a vosotros mismos o a los prójimos o a los semejantes en general, ya que el proceso siempre es el mismo.