VOSOTROS MISMOS CARGAIS CON LA RESPONSABILIDAD...

  1. En su modo de acción, las leyes y los mandamientos de la Creación están unidos a las causas y los efectos, y como consecuencia, un efecto cambia según una nueva causa, lo cual significa que el efecto de una causa antigua se puede cambiar hacia lo bueno o lo malo cuando se genera una nueva y correspondiente causa; esto significa por ejemplo, que se puede detener el efecto malo o negativo que lógicamente proviene de una causa mala y negativa, y se puede cambiarlo por uno bueno y positivo si la causa correspondiente se cambia hacia lo positivo y lo bueno – y así es como trasciende la interacción y el destino, lo cual os afecta a vosotros, seres humanos de la Tierra, tanto directa como indirectamente, incluyendo también a las profecías, que sirven de alerta sobre efectos que parten de determinadas causas malas, malvadas y negativas, las que sin embargo pueden cambiarse hacia lo bueno y lo óptimo al desarrollar causas nuevas, buenas y positivas.
  2. Vosotros, humanos de la Tierra, estáis fundamentalmente atados a vuestras propias obras, a vuestros pensamientos y a vuestros sentimientos, a vuestro actuar, a vuestras acciones y actos y ciertamente tanto en lo referente a vosotros mismos como también en lo concerniente a vuestros prójimos y semejantes, en cuyo favor o contra lo orientáis todo.
  3. Cuando vosotros tomáis una decisión de haceros algo malo y desagradable a vosotros mismos o a vuestros semejantes, aunque sólo sea en pensamientos, sentimientos, acciones o palabras, con ello colocáis algo en el mundo que continúa desarrollándose y poniéndose en funcionamiento en la misma y deseada forma, y produce su efecto, y es totalmente igual si todo es visible o invisible, y por consiguiente, si es de sustancia fina o de sustancia gruesa.
  4. La manera en que se forma el efecto de vuestros malos y malvados pensamientos y sentimientos en vosotros mismos o en vuestros prójimos o semejantes, yace totalmente en la disposición psíquica y el estado de conciencia vuestro y de vuestros prójimos o semejantes, lo cual determina si la agresión puede acarrear perjuicios o no.
  5. Vuestro propio estado psíquico y de conciencia, el del prójimo y el de los semejantes siempre es decisivo, de modo que nadie está abandonado y desprotegido ante cualquier tipo de agresión; y vosotros mismos, tanto os podéis defender contra vosotros mismos como también contra agresiones externas de la misma forma que vuestros prójimos y semejantes se pueden defender contra vuestras agresiones o de otros.
  6. Reflexionad, como creadores de vuestras decisiones y de vuestras intenciones - y consecuentemente también de las causas que así ponéis en marcha - vosotros permanecéis absolutamente atados a todo ello, de modo que todo siempre retorna nuevamente a vosotros en forma de interacción y de destino y os alcanza, y sin importar en absoluto si sucede en corto tiempo o sólo después de largo tiempo, y si la causa es buena o mala.
  7. La Ley de la Interacción, y también vuestro destino correspondiente, se desencadena por vosotros mismos, seres humanos de la Tierra, cuando a través de la moción de una elaboración, como los pensamientos, los sentimientos, las acciones y actos, así como una labor de cualquier índole, ellos atraen a su vez a otras de la misma naturaleza, así como ellas mismas son atraídas por similares, lo cual causa una acumulación que genera una enorme fuente de energía; todo se acumula en una gran energía con mucha fuerza que actúa como emisora y reenvía todo al autor.
  8. Mediante la acumulación de las energías y fuerzas que provienen de causas mentales y sentimentales, se produce una concentración cada vez mayor, por lo que finalmente se manifiesta un factor de sustancia gruesa, es decir, el destino, que el mismo productor de los pensamientos y sentimientos correspondientes debe experimentarlo, vivirlo y liquidarlo; este es el desarrollo real de vuestro temido y mal comprendido destino, el cual surge como efecto de una causa generada por vosotros mismos.
  9. Reconoced pues, que el destino que os habéis creado siempre es justo, hasta el más ínfimo y pequeño detalle, y corresponde a los efectos de las leyes creacionales, pues a causa de la atracción y acumulación de vuestros propios pensamientos y sentimientos, vuestras acciones, actos y vuestras labores, vosotros atraéis a su vez lo del mismo tipo, lo cual irradia de regreso hacia vosotros así exactamente como vosotros lo habéis creado y querido, así como lo habéis causado, sólo que más intensificado; y no juega ningún papel importante el que todo ello sea dirigido a vosotros mismos o a los prójimos o a los semejantes en general, ya que el proceso siempre es el mismo.