Boletín Especial 2
Carta de un lector: “¡Cuélguenlo más alto!”
Los EE.UU. y ocho países europeos documentan en el presente la deterioración de los derechos humanos internacionales, mientras claman por una intervención militar contra Irak. “¡Cuélguenlo más alto!”, uno los escucha decir. ¿La justicia del linchamiento en el siglo 21? ¿“democracias militares” como agresores por la paz? Aún si hubiera prueba de armas iraquíes de destrucción masiva, esto no justifica ninguna guerra, pues los expertos en leyes internacionales y humanistas concuerdan: Un ataque preventivo está astronómicamente lejos de ser un “derecho de defensa propia” desde el punto de vista legal, como también ético y moral.
Incidentalmente, Napoleón hubiera firmado el anuncio como el noveno país.
Stephan A. Rickauer, Suiza
Sobre su Artículo en el “Tages-Anzeiger”, Zürich, del 29 de Enero de 2003: “¿El Último Plazo de Saddam Hussain?”
El juego de “gato y ratón” se está volviendo inútil. Leemos sobre “ángeles” iraquíes que no quieren saber nada sobre armas de destrucción masiva y oímos al mismo tiempo las aserciones norteamericanas, que en el presente eufemizan la política de hegemonía como lucha por la paz. La historia nos enseña que algo como la política “inocente” no existe. Hussain naturalmente tenía armas químicas y los norteamericanos saben eso – pues a fin y a cabo, ellos mismos las suministraron en los años 80 por motivos de la guerra contra Irán, cuando Irak todavía era un fiable proveedor de petróleo. Y quién pudiera reclamar a Irak su “irrestringida” colaboración, si éste y todo su pueblo fueron estrangulados durante más de diez años por las sanciones de la ONU – bajo presión de los norteamericanos.
En este caso no se trata de lo “bueno” o el “malo”, pues esta pregunta caduca tan pronto una nación se antepone sobre los derechos humanos internacionales y realza sus propios derechos frente a los de la comunidad mundial.
Stephan A. Rickauer, Suiza