Boletín Especial 5
Ellos ponen sus ultimátums y se vanaglorian con gestos amenazantes contra sus enemigos. Adversarios, contra quienes innumerables soldados finalmente perderán sus vidas luchando. Soldados, con quienes muchos líderes militares a duras penas han intercambiado una palabra o a quienes solo se han dignado a mirarles una vez. De todas maneras se envían innumerables hombres y mujeres a guerras extranjeras para que mueran allí. Como marionetas esclavizadas y acatadores de órdenes, ellos mueren por las acciones de sus ambiciosos déspotas.
Esta actitud humilde y esclavizada y la sumisión incondicional a una opresión dictatorial de un déspota es un incomprensible fenómeno terrestre. ¿Por qué, uno se pregunta, se dejan mandar y aterrorizar millones de personas por un individuo, como el caso del dictador iraquí Saddam Hussain, el super terrorista Osama Bin Laden, o también por el peligroso presidente norteamericano George W. Bush o por cualquier otro ávido del poder de nuestro planeta? ¿Por qué es posible que mediante el belicismo de un demente e irresponsable obsesionado por el poder, pueblos enteros y finalmente un mundo entero pueda ser sumido en la ruina, la muerte, la miseria y la necesidad? La respuesta es escalofriantemente fácil: se muestra en nuestra Tierra, en una verdad de siempre, clara y evidente, que la edad no te protege de la estupidez.
Mientras tanto que un Papa mayor de 80 años defiende la sobrepoblación y la promueva con sus estúpidos discursos, la acusa de ser un mito y de todas maneras continúa encontrando sus ciegas ovejas (Periódico Tages-Anzeiger, Zurich, del 20 de Marzo, 2003); mientras tanto que madres y padres maten a sus propios hijos por la miseria, la adicción a drogas, o por una egoísta conveniencia propia, y mientras que tanto los niños sean esclavizados y los adultos abusen sirviéndose de ellos como soldados, entonces todavía durará cientos de años hasta que la última persona terrestre reconozca que quien no piensa ni se conduce sabiamente será exhaustivamente estafado y engañado. ¿Pero a quién se dirigirán los niños de nuestra Tierra, si no a sus padres mayores? ¡Aquellos millones de niños dignos de lástima en todo el mundo serán despedazados, oprimidos y destrozados por los rifles y las bombas de sus estúpidos padres!
Hans-Georg Lanzendorfer, Suiza