Boletín Especial 5
Sin importar que se trataba o se trate de homicidas y de mutiladores de personas, de supuestos revolucionarios y liberadores del pueblo o conquistadores en nombre de Dios. Sin embargo, las conquistas y las guerras siempre toman lugar al precio de algunas personas, del robo de sus bienes y sus tierras y el de sus vidas.
Muy obviamente, la humanidad, con su pensar sumiso y en su forma de identificarse, siempre depende de dudosos héroes e ídolos. Aún cuando sus enseñanzas, sus aserciones y sus acciones en lo que concierne al asesinato y el terror son o fueron contradictorias a la opresión y el desprecio a los seres humanos. Los héroes dotados de gracia se encuentran en todos los ámbitos, en la ciencia y la cultura, la economía y la política; igual si se trata de los autores de masacres: Stalin o Lenin, el belicoso Adolf Hitler, los faraones egipcios que explotaban a esclavos, el rey Huno Atila, los Cesares romanos, el espía católico William Shakespeare, el conquistador Cristóbal Colón, o si se trata de los ciegamente adorados y sanguinarios dioses: como Jehová Zebaoth, Shiva o los cientos de otros dudosos y sanguinarios dioses y déspotas de la historia terrestre.
Nuestra historia terrestre está impregnada de héroes de muy dudoso carácter, sus actos reales y sus muy famosas acciones fueron realmente la matanza y el asesinato de millones de niños, mujeres y hombres inocentes o la conquista de tierras extranjeras. Por eso se los estima, sus caras son cinceladas en piedra o son fundidas en metal para mantener también su esplendor en monumentos para la posteridad. Ellos son idolatrados como luchadores por la libertad, generales y liberadores, como héroes y mártires. Aunque en realidad, con sus acciones ellos trajeron la muerte y la destrucción a todos aquellos que estaban en el lado equivocado. Esto no ha cambiado hasta hoy en día. Aún se envían a miles de soldados a la guerra sangrienta a que pierdan sus vidas por líderes indignos, cobardes y miedosos. También los individuos como Saddam Hussain o George W. Bush nunca están al frente más avanzado de sus guerras. Los mandatarios y dictadores dictan sus grandes discursos escondidos bajo paredes de acero y hormigón de varios metros de grosor, o a distancias de miles de kilómetros.