Boletín Especial 13

Los líderes de los pueblos de este planeta, que son incapaces e ineptos, saquean de forma avara y egoísta a sus propios habitantes o contraen, a cuenta del ciudadano común, de forma irresponsable e indiferente, deudas y déficits en montos de miles de millones. El robo a las naciones y a sus habitantes tiene entretanto un sistema. La falta de escrúpulos de los supuestos magistrados tribunales, presidentes de estado, consejos y gobernantes y su indolencia ante el pueblo es una burla para cualquier liderazgo sabio, providente, responsable y respetuoso. Las altas deducciones económicas e impuestos de todas clases, aún a los ya bajos ingresos de los trabajadores, así como la reducción de las pensiones de los jubilados, las bancarrotas y la pérdida de miles de millones, el enriquecimiento de gerentes, las quiebras de consorcios, la decadencia y los escándalos políticos, las bancarrotas, las malversaciones y el despido masivo de empleados, la falta de trabajo, las catástrofes, terremotos e inundaciones, los inhumanos actos terroristas, los asesinatos, conflictos, guerras y las epidemias en todas las esquinas de nuestra planeta son los temas diarios de los titulares de la prensa.

El tiempo profetizado de una conflagración mundial arde y la Tierra está en llamas. El paro de Swissair y el 11 de Septiembre de 2001 siempre están en mente. Los políticos fingen en pancartas publicitarias con eslóganes que ni ellos mismos probablemente logran entender. Lo importante es que brillen las sonrisas prostituídas y que haya suficientes votos.

En nuestro planeta azul siempre hay en algún sitio alguna inútil negociación por la paz, conducida por hombres “sabios”, con corbatas de moda y con cuellos impecables, camisas blancas y corbatas multicolor. Éstos se autodenominan directores y presidentes, consejeros de los sabios u observadores de la paz, delegados o representantes del pueblo. Sus negociaciones aportan como mínimo ganancias económicas y provocan la subida de los mercados. Sus discursos son intelectuales y refinados, diplomáticos y formales, fundados en tecnicismos y con retórica, aunque en realidad no son ni verdaderos sabios ni realmente respetuosos. Muy raramente habla una persona política sobre lo que sería necesario y correcto para el ser humano. Más bien les gusta mucho más oírse hablar ellos mismos en discursos convincentes y de propaganda para sus propios intereses y los del partido.