Haarp
Desde hace tiempo ya, se exhorta a los pilotos que esquiven la instalación a una distancia amplia, y en el tiempo que ha transcurrido, la instalación quizás ya está trabajando a plena potencia o lo estará en el año 1998. Sólo un gigawatt es suficiente para quemar un hueco en la ionosfera, pero la potencia final de la instalación, respectivamente el cañón de radiación, se supone que debe ser aumentada a 100 gigawatts; eso es 100 mil millones de watts. El hecho es que la nueva arma de radiación influencia y lesiona, tanto a la conciencia de los seres humanos y de los animales, como también todo bien de todos los animales y por supuesto también de los seres humanos, muy aparte del hecho de que todo el campo energético de la Tierra, que es altamente sensible, puede ser manipulado hasta producirse un salto en los polos.
Hay muchas posibilidades peligrosas, destructivas y mortales que pueden manifestarse al bombardear la ionosfera. A pesar de esto, los responsables de HAARP no piensan nada al respecto. Como resultado, se realiza sin escrúpulos el programa secreto de armamento, bombardeando la capa de ozono y calentando la ionosfera.
Fue en 1945, en los Estados Unidos de América, cuando por encargo del gobierno de los EU y de los militares de los EU, los científicos detonaron la primera bomba nuclear de la era moderna. Y de acuerdo a lo que ellos confesaron sólo más tarde, no sabían de antemano lo que ocurriría realmente y si tal vez se provocaría una reacción nuclear en cadena y posiblemente se quemaría toda la atmósfera terrestre o incluso el planeta. Y como en aquel tiempo de la prueba nuclear, también hoy las posibilidades son 50:50 con el HAARP. También hoy se realiza el experimento con estas probabilidades, como cuando detonaron la bomba en 1945. Si bien es cierto que los peores temores de aquel tiempo no se hicieron realidad porque esa vez "todo salió bien", sí surgieron del experimento otros escenarios igualmente horribles cuando se construyeron nuevas bombas que fueron lanzadas sobre áreas pobladas, matando a cientos de miles de seres humanos, mutilando incontables personas con las quemaduras y convirtiendo a muchos de los descendientes de las víctimas contaminadas radioactivamente más en monstruos que en seres humanos.