Lucha Contra la Superpoblación

Un eslogan que todavía hoy en día se predica asiduamente y se difunde por el mundo entero por los truhanes mandatarios católicos y sus esbirros de sotana, causando así que en los países dominados con el fin de asegurarse sus “rebaños” y sus “contribuyentes”, la gente se reproduzca como conejillos de Indias. Naturalmente, esta resultante superpoblación necesita proporcionalmente más alimentos, muchas más fuentes energéticas, más materia prima, y muchas cosas más. Sólo en relación a los alimentos se verá últimamente que los productos vegetales de origen natural tendrán un carácter de rareza por su gran escasez, puesto que la necesidad de alimentos de esta desbordante masa humana sólo podrá ser proveída mediante la manufactura artificial con productos químicos. Esto ya es hoy en día así, en parte, puesto que la demanda de productos alimenticios en las últimas décadas ha aumentado constantemente. Pero no tan sólo el problema de la obtención de alimentos aumentó, sino también el problema de la escasez de fuentes energéticas.
Al ser humano de la Tierra le amenazan una completa contaminación y destrucción mundial, así como también el aniquilamiento de la vida, con innumerables males. Extensas listas podrían confeccionarse, enumerando cómo todo se pone en peligro, se destruye, se extingue y devasta, pero todavía las personas no han tomado conciencia de todo el deterioro provocado en la naturaleza, en el planeta y en todas las formas de vida. Y ahora el ser humano de la Tierra, el planeta y la vida, se encuentran “en las últimas” - todo por culpa de aquellos que son adictos a un equivocado amor al prójimo y a un falso humanitarismo, y actúan y disponen tan criminalmente como los que están ahí sentados en sus altos cargos de poder, en administraciones, en gobiernos e instituciones de beneficencia, quienes realizan conjuntamente todo lo imaginable para terminar con el resto de vidas y el planeta Tierra hasta el definitivo e irrevocable exterminio total. Pero también son culpables todos aquellos que sin responsabilidad y sin iniciativa descargan sobre la espalda del prójimo toda iniciativa de cambio positivo con la excusa primitiva e idiota de: “¿qué puedo hacer yo sólo?”, o también: “si los demás participan, yo también participo”, etc., etc. Pero quien piensa así no es apto ni digno de su vida, como tampoco lo son los que por su equivocado concepto de humanitarismo y erróneo amor al prójimo fomentan el delirante crecimiento de la superpoblación y ayudan hasta lo desmesurado a que crezcan aún peores problemas futuros para los habitantes de la Tierra. Y quien piensa así, o el que tiene la opinión que el mundo en su estado actual está en orden, está deseando que no haya progreso y que el mundo y toda la vida se devaste y se destruya.
Todos los males candentes de la humanidad terrestre deben su inicio y su existencia al hecho de la superpoblación y a su incesante e irresponsable crecimiento.