Sobre la malignidad del coronavirus...

Además, en tiempos antiguos, especialmente en la edad media en el cristianismo católico, sucedía que a través de los bonzos religiosos cristianos de toda clase –desde el simple sacerdote afectado por la enfermiza ilusión de creer en un dios hasta llegar al supremo bonzo en dirigir la enfermiza creencia ilusorio-deísta en Roma, el Papa, se recomendaba la enfermiza ilusión de creer en un dios, así como las misas y procesiones como medio curativo para combatir enfermedades, plagas y epidemias. Así, el atender una misa y participando a menudo en procesiones de plegarias sectarias, mendigando por la sanación, supuestamente apaciguaría al imaginario dios enojado, lo cual resultaba, desde luego, siendo una bobada absoluta y demencia contraproducente, porque de todo ello resultaba justo lo contrario. Esto, porque en lugar de parar, la plaga se propagaba más y más, porque a raíz de los amontonamientos de los creyentes ilusorio-enfermizos aumentaban aceleradamente las infecciones por virus, bacterias y microorganismos de una persona a otra, por lo cual la plaga se pudo propagar incontroladamente, e imparablemente fueron infectadas cada vez más personas. Así también resultó en este aspecto, como desde siempre en innumerables cosas y casos que, a raíz de la enfermiza ilusión religiosa y sectaria en forma de creencia deísta, hasta hoy han muerto cientos de millones de seres humanos a causa de plagas, guerras, odio y masacres por la obsesión enfermiza por un dios o, incluso, fueron erradicados pueblos enteros. Pero todos aquellos terrícolas imbéciles y bobos que, sumidos en una ilusión enfermiza, son creyentes en un dios, a pesar de todo no se vuelven más listos, sino que en su totalidad siguen dejando en sumisión que los jefes superiores y supremos de las sectas ilusorio-enfermizas y sus trastornados peones sumidos en enfermizas ilusiones religiosas, los obnubilen y aboben, los exploten por la vía financiera y los fanaticen unos contra otros, para poder colocar, victoriosos, en primer plano la propia obsesiva creencia deísta mediante asesinato, homicidio y guerras, etc., y poder masacrar a toda creencia deísta ilusorio-enfermiza que no sea la propia.
En aquellos tiempos antiguos, los seres humanos aun no tenían conocimiento de un saber acerca de medicamentos y vacunas, de agentes causantes de enfermedades y plagas, y, por consiguiente, tampoco se podía salvar a tantas vidas humanas como es posible con la medicina actual, aun cuando ésta todavía deja mucho que desear. Si bien es cierto que en el transcurso de la historia de la medicina se adquirió mucho en buenos conocimientos medicinales, aun si fue a menudo a través de muchas pruebas mortales y peligrosos errores, también es un hecho que todo esto de las terapias medicinales y los medios medicinales, etc., creados hasta ahora, no corresponde a lo que la humanidad de la Tierra realmente necesita para combatir enfermedades y plagas malignas antes de que éstas lleguen a irrumpir.