Sobre la malignidad del coronavirus...
Esto vale igualmente para máscaras de fabricación industrial baratas o de segunda, como también para visores, es decir, pantallas para proteger la cara que no se ajustan a la cara y están abiertas hacia abajo y hacia los lados.
Billy Todo esto, lo que dices respecto al coronavirus, lo encuentro extraño y hace que todo sea aun más maligno de lo que ya es en su existencia. En tiempos antiguos, las plagas eran consideradas como mensajeros del mal, en lo cual fueron especialmente las grandes plagas que en cada caso costaron muchas vidas humanas, también mutilando y desfigurando a los seres humanos. Pero a todo ello no se le dedica atención, porque el grueso de los terrícolas simplemente vive al día en un modo apático, sin pensar en los sucesos de las plagas del pasado, sino que, en su debilidad mental, piensa sólo en festividades y celebraciones conmemorativas de sucesos bélicos. Por eso, hoy existen tampoco palpables leyes para casos de epidemias ni ninguna directiva que indique medidas de seguridad y de comportamiento necesarias conforme a las cuales se podría entonces contener a tiempo y parar plenamente una plaga en proceso, antes de que se convierta en una epidemia o, peor, una pandemia. Pero puesto que entre el grueso absoluto de los gobernantes predomina cero intellectum y con ello, no tienen ningún entendimiento, todo en este aspecto está perdido; y puesto que también el grueso de los pueblos mismos va tirando por la vida sin que haya intelecto ni racionalidad, todo tipo de catástrofe se puede extender sin impedimento, propagando muerte, apuros y miseria.
Cuando, por ejemplo, en tiempos antiguos se aproximaba una ola de la peste o alguna otra plaga, sobre todo fueron los creyentes en la ilusión enfermiza religiosa, o sea, creencia en un dios, quienes, a consecuencia de su enfermiza fantasía religiosa, clamaban a sus dioses no existentes, en vano esperando ayuda, por lo que ya ni intentaban huir ni aislarse. Además, a causa de su ilusión enfermiza de creer en un dios trataban de explicar la plaga mediante teorías de conspiración, esto, en la mayoría de los casos, como un castigo de un dios enojado por la desobediencia . Naturalmente no conocían la causa de la respectiva plaga, se refugiaban a su creencia ilusorio-enfermiza y en última instancia aceptaban, en su sumisión, el castigo de su dios enojado o de sus dioses enojados, por lo que a menudo, en esta actitud de sumisión totalmente resignada, este castigo de un dios o de varios dioses tuvo que servir de explicación.