Boletín Especial 2

Todas estas figuras en el poder, de los estados que aúllan con el malvado lobo de Norteamérica, no deberían ocupar sus posiciones porque no trabajan ni para el bien del pueblo ni por una verdadera paz, sino que, en su ilimitado miedo y cobardía, persiguen su megalomanía, su obsesión de poder y su sed de venganza. Estas figuras deben ser destituidas por el pueblo en un lapso de tiempo conveniente, es decir, antes de que puedan traer a la humanidad aún más desgracias, perdición y destrucción. A saber, aún estamos a tiempo para prevenir otros males y más demencia bélica y terrorista, si la humanidad por fin se defiende contra tales potentados irresponsables e instigadores de guerra, etc., expulsándolos de sus posiciones de poder, antes de que ellos puedan desatar la catástrofe final. La humanidad aún tiene una última oportunidad para evitar una catástrofe para ella y su mundo, y para evitar los peores sucesos desde que hay memoria humana y que no se hagan realidad las antiguas profecías. Pues, si todo es dirigido hacia caminos correctos y el ser humano realmente deja que rija la sensatez, entonces las profecías no pueden cumplirse. Sin embargo, si esta sensatez no es empleada por la gran masa de la humanidad, y si no se hace razonar a los poderosos y no se los destituye para colocar en la dirección de los estados a personas con sentido de responsabilidad, entonces la catástrofe será segura.

En todo esto, el peor de los papeles del mal lo juega Norteamérica, pues a causa de sus excesos, relativo a su autonombramiento como policía mundial y las maquinaciones de su ambición por el dominio mundial, ella produce el odio y el terror alrededor del mundo, y en lo especial contra sí misma, así como contra sus aliados. Y cuanto más Norteamérica se inmiscuya en asuntos ajenos y más se anide en países extranjeros, tanto más crecerá el odio en contra de todo y todo lo que sea norteamericano. De esta forma surgió también el terrorismo mundial de Osama bin Laden y su red de terror, Al Quaeda, de un odio y venganza contra los norteamericanos. Y este odio terrorista y las correrías bélicas de venganza relacionados con ello aumentarán aún más, en proporción a los actos de odio y las acciones vengativas norteamericanas. Y este terrorismo, cuya medida se equipara a la del terrorismo norteamericano, de igual manera contribuirá en gran parte a la Tercera Guerra Mundial, porque todo está enlazado entre sí sin escapatoria. Por lo tanto, también debe eliminarse a Osama bin Laden, así como a sus adeptos, pero no mediante el terrorismo militar norteamericano, sino mediante la sensatez.