Boletín Especial 1

También el Islam es una religión – como el Cristianismo, el Judaísmo, el Hinduismo y el Budismo – y por lo tanto, sus creyentes también son seres humanos, como los creyentes del Cristianismo y de todas las demás religiones. Y ningún integrante de ninguna religión tiene el derecho de lastimar a integrantes de otras religiones por razones de su creencia. Así mismo, este derecho no les pertenece tampoco a aquellos cristianos fanáticos y fundamentalistas que tienen la demente creencia de que sólo su fe es la correcta y, por eso, los miembros de otras creencias deberían ser combatidos, extinguidos y aniquilados. Y este es el caso especialmente con aquellos cristianos que tienen la demente creencia que los creyentes del Islam sólo tienen en mente la conquista del mundo y la erradicación del Cristianismo. Una visión horrorosa que, sin embargo, de alguna manera podría hacerse realidad si estallara una guerra religiosa a nivel mundial entre los cristianos y los musulmanes – precisamente por culpa de los irresponsables belicosos quienes tienen la voluntad, en su debilidad mental y en su avidez de poder, miedo y cobardía, de conjurar inescrupulosamente una tercera guerra mundial.

La guerra no debe prevalecer en el mundo, sino la paz. ¿Pero de qué sirve si el mundo cristiano habla hipócritamente de paz y libertad, y sin embargo se prepara para la guerra, la venganza, el asesinato, la destrucción, la aniquilación, el terror, la muerte y el odio, mientras que los curas predican desde el púlpito un supuesto amor de un dios imaginario para todos los seres humanos, con la otra mano bendicen armas mortíferas destinadas a sacrificar los "enemigos" creyentes de otras religiones, los que sin embargo, son en realidad seres humanos y criaturas de la misma Creación como todos. Por todas partes, y especialmente en ciertos tribunales y gobiernos, predomina lo injusto antes que lo justo, y especialmente para los Estados Unidos este derecho es aún más derecho, porque puede jugar y ejercer su poder sin trabas a nivel mundial sin que el mundo se defienda mucho o seriamente. Esto sucede, y no en poca medida, porque los aliados – además de la ONU – se agachan cobardemente ante este poder y llenos de miedo y devoción se entregan sumisamente, pase lo que pase, arrastrándose como si fueran perros.

Observando la floja alianza mundial contra el terror se ve que ésta ciertamente se fracturará por una nueva guerra y por acciones de desquite y venganza, y que puede quebrarse fácilmente, por lo que una tercera guerra mundial entra completamente en el marco de las posibilidades y puede traer gran destrucción y aniquilación sobre el mundo y su humanidad, tal como está profetizado desde tiempos antiguos por Henoch y otros.