Boletín Especial 1

Y todo esto a pesar de que Suiza se denomina presuntuosamente un estado de derecho y se afirma que en este país predominan la libertad de opinión así como la verdadera libertad, lo que por lo menos es una burla para todo derecho cuando ciertas jurisdicciones dictan sentencias en perjuicio de la verdad y sus representantes, absolviendo a los verdaderos culpables.

Por lo tanto el peligro acecha, de modo que no debo pronunciar abierta y libremente la verdad en su plena extensión, pues muchas cosas debo mantener en secreto o circunscribirlas con palabras insuficientes si no quiero que nuevamente me caiga encima una tempestad judicial, a mí y a mis escasos medios financieros, o que mi vida sea amenazada. No obstante me atrevo a hacer oír mi palabra y a decir lo que es de urgente necesidad: La humanidad terrestre no debe tener miedo del supuestamente ávido del dominio mundial, de la supuesta amenaza para el mundo y la humanidad: el dictador y déspota Saddam Hussein, sino todo lo contrario, debe temer de aquel estado que se llama los Estados Unidos de América, el cual, bajo la cubierta de la paz y de la lucha antiterrorista, ejerce el terror en varios lugares y se expande y se establece militar y políticamente en muchos países de la Tierra, por lo que es aquí donde más se puede hablar de avidez de dominio mundial y de avidez de recursos que en el caso del criminal dictador iraquí, quien ante los Estados Unidos es en realidad sólo un pequeño pez y con certeza no puede hacer peligrar el mundo como lo proclama los Estados Unidos, lleno de miedo, cobardía, con sed de venganza y odio, así como con un inhumano anhelo de asesinar.

La verdad es – aún si Saddam Hussein produce y posee armas de destrucción masiva, de lo que no debería caber duda, puesto que el tipo padece delirios de grandeza y de poder, aparte de muchos males más – que los Estados Unidos maquina una tremenda instigación belicosa contra Irak por aspiraciones de dominio mundial y por muchas otras razones poco honrosas, y en otros casos, también interviene en forma bélica en las maquinaciones de los más diversos países, y en su anhelo de poder, se establece en ellos en forma definitiva. Y todo esto sucede bajo la protección y las resoluciones de la ONU, la que participa asiduamente en las instigaciones belicosas y en sucesos bélicos y los apoya, aunque en realidad esta organización debería ser para la verdadera paz, para la creación y la conservación de la paz. Esta es una llamada “organización de la paz” que sin embargo, presta sus manos en realidad para la discordia y la guerra y se deja forzar, prácticamente bajo amenazas, a apoyar la guerra; esto a través de ciertos estados de la ONU que carecen de conciencia y responsabilidad y son autoritarios, soberbios, arrogantes y belicosos, y carecen de sensatez, como todos los que apoyan guerras, sin importar a que clase de móvil o motivo se apoyen, y a qué religión, pueblo o estado pertenezcan.