Boletín Especial 13

Esta será la razón por la que Suiza y sus ciudadanos y ciudadanas, al entrar a la UE, perderán mucho de su tranquilidad, su calma y su paz, además de muchas valiosas desventajas que provienen de la neutralidad y de la constitución federal, entre otras cosas.

De todas estas preguntas que se me han hecho, se desprende clara e inequívocamente que en las posiciones gubernamentales, tanto bajas como altas, de Suiza están metidos no solamente personas completamente irresponsables, sino también unos cuantos que son responsables que por desgracia están en la minoría. Y por desgracia también parece que los responsables son responsables sólo por un tiempo, y que en el curso de su período de oficio, pierden la valentía de cargar con su responsabilidad porque simplemente se sujetan a los irresponsables y se les subordinan, agachándose ante éstos. Así, la traición de la patria y de la ciudadanía finalmente toma su triste curso, de tal modo que Suiza y su pueblo se subyugan en forma esclavizada a la Unión Europea, a causa de la voluntad de aquellos tontos e irresponsables. Y cuando haya sucedido esto, entonces tarde o temprano llegará el momento en el que Suiza y su ciudadanía perderán la propia soberanía y deberá rendirse a la soberanía de la UE de Bruselas y estarán subyugados por ésta en servidumbre y esclavitud. Por la ley de la causalidad ya está determinado desde ahora que por causa del ingreso a la UE, el efecto de pérdida de soberanía y de subyugación bajo la Unión Europea es sólo una cuestión de tiempo.

Como lo comprueba la historia de la humanidad, en todos los tiempos siempre fueron los poderosos de los estados y sus torpes e ingenuos adeptos y demás defensores que una y otra vez vertieron la desgracia sobre el mundo y la humanidad. Y así como en tiempos antiguos fueron Gengis Khan, Atila, los caballeros de las cruzadas cristianas, los dementes reyes y emperadores, la iglesia católica y ciertos Papas con su inquisición, los romanos, vikingos, celtas, galos, y más recientemente, por ejemplo, Hitler, Stalin y demás dementes, así mismo hoy hay muchos entre los poderosos de estado y sus políticos subordinados que actúan de manera demente, traicionando y vendiendo su propio país, engañando al pueblo y tomando decisiones autócratas. Y para poder hacerlo emplean el dinero de los impuestos duramente ganado por la ciudadanía para hacer propaganda de sus ideas y aspiraciones ingenuas y peligrosas, además de irresponsables, ante el país y la población, para lograr sin los menores escrúpulos que el pueblo esté de su lado.