La verdad acerca de Billy Meier - “UFO-Billy”

Sin embargo, toda disposición para aprender no tendría beneficios sin una vista clara respecto a los seres humanos y sus móviles y motivaciones, y sin una relación con la realidad y sin un autocontrol total en los pensamientos y la conciencia. Este autocontrol debe estar tan desarrollado y elaborado por un estudio autodidáctico durísimo, de modo que en cualquier momento y en cualquier situación, los propios pensamientos puedan mantenerse bajo control y deban estar protegidos hasta el último detalle, de modo que ni siquiera la menor vibración de sentimientos o pensamientos negativos pueda emitirse o lanzarse al medio ambiente, lo cual presupone que en todas las situaciones, ante todas las condiciones, experiencias y modos de vida, el ser humano en cuestión, muestre como actitud básica, asimilada en carne y hueso, una actitud totalmente neutral y libre de prejuicios. Este autocontrol, en conjunto con el dominio de la telepatía primaria y espiritual, es el requerimiento más importante para la aptitud de ser una persona de enlace en los contactos con plejaren y niveles espirituales superiores. Los plejaren, quienes superan a los seres terrestres por unos 30 millones de años con respecto a la evolución espiritual - estando así muy por encima del desarrollo de los seres humanos de esta Tierra - no sólo dominan la telepatía primaria, que el humano terrestre actual apenas empieza a descubrir y aprender, sino que se ocupan y se sirven en primer lugar y principalmente sólo de la telepatía espiritual, cuyo alcance es infinito. Por ello y por su evolución superior y su amplia preparación espiritual y su lealtad a las leyes creacionales, las vibraciones de los plejaren son tan intensas y de una frecuencia tan alta que ellos no pueden entrar en contacto con personas de desarrollo normal y de promedia evolución terrestre. Por un lado, a los plejaren les atacarían agresivamente las vibraciones aún burdas de los seres humanos terrestres, lo cual podría provocarles consecuencias impredecibles a sus cuerpos y vidas, y por otro lado, ellos producirían en los seres terrestres un efecto como de un imán irresistible, por lo que estos caerían en una dependencia absoluta y en una sujeción hacia ellos. Esta dependencia que resulta de la repentina incompatibilidad de las vibraciones normales de las personas de la Tierra, provocaría un impulso de cumplimiento exclusivo hacia las leyes y los mandamientos creacionales, mucho más allá de la medida soportable para el ser terrestre.