Y que haya PAZ

Y que haya PAZ sobre la Tierra...

símbolo de la pazsímbolo de la paz

F R I E D E N

P E A C E

P A C E

P A I X

Y que haya Paz sobre la Tierra...
Aquellos verdaderos seres humanos que desean el amor, la paz, la libertad y la armonía para toda la humanidad y no han sucumbido a la codicia del poder, como tampoco al autoritarismo, a la arrogancia ni tampoco a los delirios de grandeza, jamás se sirven del odio ni de la sed de venganza ni de armas mortíferas para someter a las personas y al mundo bajo su férula; y esto tan sólo por el hecho de que tales actitudes, técnicas y mecanismos, etc., siempre tienen la tendencia de transformarse en lo opuesto — pues realmente la espinosa y destructora mala hierba que desplaza todo, brota, florece y crece rápidamente sólo allí donde han pasado ejércitos ciegos de rabia, cuyos guerreros se desfogan con avidez de sangre y que han matado, destruido y aniquilado en nombre y bajo las órdenes de personas dementes — todo bajo la bandera de una supuesta armonía y amor para crear paz y libertad. No obstante, en realidad todo eso es sólo un velo para disimular la codicia del poder, el miedo cobarde y la cobardía, como también el odio y las ansias de venganza de aquellos que traman guerras y terror y traen al mundo y a los seres humanos terrestres, miserias y dolores indescriptibles, así como rugientes calamidades.
Todo tipo de armas, empezando por las de azotar, de cortar y de punzar, pasando por las armas de fuego y las simples armas y maquinarias bélicas, siguiendo por las armas bioquímicas, nucleares y llegando a los tanques, bombas, misiles, de ondas y radiaciones mortíferas, todos ellos corresponden a objetos o a aparatos funestos, destructores, portadores de la muerte, del dolor y de males, los cuales jamás pueden ser herramientas o medios usados por un verdadero ser humano, sino sólo por criaturas cuya psique se ha desviado fuera del buen control ejercido por una mente humana sana y equilibrada, para quienes la vida humana y todo aquello creado por la Creación y por el ser humano no tiene ningún valor. Y las criaturas que utilizan tales medios y armas para atacar a otros, para herirlos, para aterrorizarlos, para asesinar y destruir criminalmente y con codicia de poder, llenas de odio, con ansias de venganza, con sed de sangre, para destruir y conquistar, apenas merecen la denominación de ser seres humanos, pues en realidad son peores y más malignos que cualquier bestia sanguinaria salida del control.
Si a los atacados no les queda otra opción sino echar mano, ellos mismos, de los mismos medios, armas y recursos y utilizarlos para defender su vida, su país y sus logros y pertenencias y para proteger a sus familiares, entonces actúan correctamente, si al hacerlo están tranquilos y libres de toda pasión y de todo odio y enfado y lejos de cualquier ansia de venganza y sin celebrar una victoria alcanzada. Pero si hicieran lo contrario y celebraran, entonces no serían mejores que los atacantes, puesto que se alegrarían de haber logrado la victoria mediante el derramamiento de sangre, la matanza, el crimen, el terror, la tortura y la destrucción al igual que con el aniquilamiento, el dolor y la indignidad humana. De hecho es así, que aquellos que festejan y celebran una victoria, están igualmente tan llenos de odio, de venganza y son igualmente tan terroristas, criminales, destructores y sanguinarios como los atacantes. Sin embargo, no hay espacio en el mundo para los sanguinarios y torturadores, para los que están llenos de odio, sedientos de venganza y de poder, los criminales de guerra y criminales terroristas, al igual que para los destructores y aniquiladores, pues ellos no están de ninguna manera legitimados para subsistir como seres desviados totalmente fuera del buen control mental humano.
Aquellas personas que dominan el verdadero amor y la libertad, la armonía y la paz, no se colocan como poderosos por encima de sus semejantes, pues ellos se sitúan entre ellos y con ellos en igualdad, aun cuando sean dirigentes y, de esa manera, conduzcan al pueblo. Ellos no son de mentalidad militarista ni terrorista, y cuando conducen una oposición defensiva con éxito y libran una batalla necesaria para la defensa, entonces no se desbordan en odio, venganza, destrucción, aniquilamiento, crimen y rabia. Esto es porque ellos saben mantener la supremacía sobre el enemigo en forma digna, como seres humanos, de tal manera que, siendo libres en su interior y en su manera de ser humana, se mantienen libres de exigencias de odio o de venganza, o también de pasiones, furias, rabias furiosas, ensañamientos, etc. Las ambiciones y la cólera, así como todas las formas de pérdida del buen control mental son causantes de derrotas, o sea que no es el colérico que alcanza la verdadera victoria, sino el sobrio y el discreto, el tranquilo y ecuánime, aquel que no se deja llevar ni por el odio y la venganza, ni por la ambición y la codicia de poder, etc. La verdadera estrategia de la defensa radica en actuar sin dejarse tocar por las influencias emocionales, puesto que así se protege tanto la claridad de los pensamientos y los sentimientos y la actitud humana, como también la forma clara de actuar, por lo que no aparece ningún tipo de pérdida del buen control mental. Esta forma de defensa conduce a una superioridad que es inescrutable para los agresores y que, debido a ello, se vuelve imposible de combatir e imparable, asunto que no solamente es el caso en lo referente a acciones de guerra y las correspondientes a la defensa, sino también en la vida cotidiana y en las relaciones generales y particulares entre las personas cuando surge algún tipo de diferencia y agresión. Realmente es importante para todas las agresiones que la estrategia de defensa sea inescrutable para la persona contra la que uno se enfrente o para el enemigo con quien se discuta, para que la defensa pueda ser eficiente. O sea que vale mantener oculta la forma de defensa de tal manera que todas las palabras o movimientos, etc., lleguen en cada caso a los atacantes o al enemigo de forma inesperada, para que le sea imposible prepararse para ello. Y exactamente este es el factor necesario para apaciguar al prójimo o al enemigo y enseñarle algo mejor o poderlo vencer en el caso de que la insondable estrategia defensiva empleada le conduzca a la razón y le permita reconocer la eficacia de todo.
Lo que le posibilita a un ser humano a crear amor, paz, libertad y armonía, y con seguridad también a ganar de este modo, radica en su insondable sabiduría a la vez que en su forma de actuar desde sus pensamientos y sentimientos que se caracteriza por estar basada en la racionalidad. Valores que en sí mismos no dejan ninguna huella, pues como elementos sin forma, permanecen intocables para todo e invisibles para las personas, y además - por ser altos valores - pueden producir milagros en el interior de la persona y en el mundo cuando éstos surten efecto en el interior y exterior. Sin embargo, el ser humano sabio oculta estos valores en su insondable interior para que estén fuera del alcance de la observación de los prójimos y para que sean efectivos y no puedan ser destruidos por otros. Con ello, el ser humano es capaz de ser infinitamente fino y sutil en sus pensamientos, sentimientos, esperanzas, anhelos, ideas y deseos, y de ir hasta los límites de la amorfia {= aquello carente de forma fija o estable; n. de t.} sin ser perjudicado por ello. De esta manera, el ser humano permanece también inmensamente indescifrable y puede llegar hasta los límites del silencio absoluto sin que los demás, o bien los enemigos, le puedan oír, entender, y consecuentemente herir o perjudicar. De ello se deriva una ventaja a través de la cual se puede establecer el camino para enseñar a los semejantes en el empleo de la gewaltsame Gewaltlosigkeit* {Nota del trad.: g. G. se puede perifrasear como: manera de actuar sin violencia, combinada con el uso de fuerza equilibrada neutralizador} o para vencer al contrincante sin que tengan lugar destrucción ni aniquilamiento, ni guerra, terror, muerte y crimen, y sin que se ejerza coacción alguna, y para que así finalmente se puedan hacer reales entre los seres humanos la palabras “y que haya paz sobre la Tierra….”

El auténtico ser humano, el que vive sabiamente en sí mismo y vive con su medioambiente en amor, paz, armonía y libertad, reconoce un nivel de la verdad dada de forma natural por la Creación, así como un saber y la esencia de la sabiduría que resulta de este saber. Este es un nivel en el cual no puede surgir ningún conflicto con el prójimo ni tampoco producirse una victoria sobre el contrincante y el prójimo de una manera visible para ellos. Esto se dice fácilmente, ciertamente, pero se lleva a cabo con extrema dificultad, porque el egocentrismo y el egoísmo de las personas, por lo regular, es mucho más grande y poderoso que su sensatez y su voluntad de someterse a una purificación necesaria, la cual para muchos se puede realizar sólo con enorme dificultad y muy raramente. Un verdadero ser humano, en todo el sentido de la palabra, sólo puede y debe confiar únicamente en sí mismo con respecto a su evolución y su progreso global, pues él es el que tiene la responsabilidad por sí mismo en todos los aspectos, de modo que él solo es quien debe verlo todo por sí solo y saberlo todo por sí solo, lo cual significa que él debe ver, escuchar, reconocer y saber lo que otros no perciben, lo que otros no ven, no oyen, no reconocen y no saben. Esto significa superioridad y genialidad, y precisamente así se logra un avance en la evolución y en el progreso que convierte a la persona en inatacable y en capaz de defenderse contra toda irracionalidad, contra el odio, las ansias de venganza, el desamor, falta de libertad e intranquilidad. Sin embargo, para lograr estos valores se debe recorrer el camino de esclarecer fundamentalmente los problemas existentes con el prójimo y el entorno de vida, lo cual no corresponde a ningún proceso sencillo, sino a uno muy difícil.
Los problemas de todo tipo, sean éstos de miedo, odio, venganza, cobardía, terror, poder y ansias de poder y venganza, o lo que sea, no pueden ni deben simplemente borrarse o enterrarse en el subconsciente o en la memoria, esperando que así todo vaya simplemente a parar al olvido. De hecho, éstos continúan existiendo y salen una y otra vez, empujándose continua y malignamente hacia el primer plano y así provocan desgracias incontrolables. Las consecuencias, en el peor de los casos, son la guerra, el odio, la venganza, el asesinato, el afán de dominar y la ambición de poder, el terror, el fanatismo u homicidio de las peores formas, y sólo muy pocas veces se logra luchar con éxito contra estos Ausartungen*. Es decir, los problemas existentes no se pueden simplemente archivar ni encajonar en la memoria o en el subconsciente, sino que precisan una depuración y una disolución clara. Y esto, sin embargo, puede suceder sólo y exclusivamente a través de un camino único, es decir sólo de una forma tal, que los problemas existentes se estudien a fondo, se analicen, se procesen y se resuelvan conscientemente, sometiéndolos a una agudización en sus detalles y sutilezas. La agudización de los problemas significa que éstos — sean del tipo que sean, acerca de uno mismo, acerca de una o varias personas, o bien, relacionados a un pueblo entero, el medio ambiente, o incluso a toda la humanidad — deben abordarse de tal manera que se saquen a la luz conscientemente y adquieran una aguda actualidad reconocible, con lo cual se vuelven altamente activos e irrumpan como una explosión. Esto, sin embargo, debe suceder en un estado de tranquilidad, lo que significa que los problemas que se van agudizando sólo adquieren movilidad dentro de los pensamientos y los sentimientos y no llegan a escaparse hacia fuera. Por lo tanto, los problemas no se manifiestan en el exterior, sino sólo en el interior, y se enfocan hacia los pensamientos, hacia los sentimientos y las emociones. Y como esta manifestación de los problemas sucede conscientemente no hacia fuera, sino solamente hacia dentro, puesto que no se da ningún motivo externo debido a otras personas, sucesos, hechos o situaciones, a esto se le califica de estado de tranquilidad, más aún porque la tranquilidad reina en el exterior y la lucha sólo tiene lugar en el interior. Por lo tanto no se dan, o bien no existen, problemas en el exterior y, como consecuencia, no tienen que combatirse exteriormente como cuando éstos se manifiestan afuera; y no solamente pueden superarse en un estado en el cual no se dan efectivamente, sino que sólo ocurren de forma aguda en el interior, en los pensamientos, en los sentimientos, así como en las emociones, es decir, donde pueden ser controlados, analizados, tratados y resueltos punto por punto. Es decir, todas las emociones, al igual que cualquier tipo de problema, están en un estado de calma exterior cuando se someten interiormente a un estado de agudeza, por lo cual también se enseña que los problemas emocionales y cualquier otro tipo de problema pueden resolverse y tratarse sólo en su respectivo estado de calma.
Los pensamientos, emociones, sentimientos y problemas de todo tipo, una vez concienciados interiormente y agudizados, en determinadas circunstancias, al analizarse y elaborarse para su disolución y neutralización, se acrecientan en fuerza e intensidad mucho más que si estallasen realmente en forma descontrolada hacia fuera. Debido a ello, todo el proceso de dominar los problemas se vuelve para muchas personas un asunto apenas superable, especialmente cuando la motivación necesaria que resulta de la enseñanza propia, o bien, ajena, sobre los hechos necesarios y la voluntad y la iniciativa estén muy débilmente acuñados o no existan del todo. Por estas razones, sólo existen pocos que recorren el duro camino del reconocimiento y del auto conocimiento y también de la auténtica auto realización, reparando así en sí mismos todos los males y las faltas que impiden y mantienen alejado el amor y la libertad verdadera, al igual que la verdadera paz y armonía, por lo que no pueden contribuir nada a que el individuo ni la humanidad pueda decir: “Y que haya paz sobre la Tierra…”
Si el ser humano desea crear paz sobre la Tierra, entonces cada uno debe empezar consigo mismo y debe seguir el camino de su propia purificación interior; tiene que combatir sus emociones, sus pensamientos y sentimientos, a la vez que sus problemas de odio, de venganza, de fanatismo, de sectarismo, de religión, de poder y obsesión de dominio, los miedos, la cobardía, los vicios, las codicias, e igualmente tiene que combatir la guerra y el terror, el crimen, la tortura, la pena de muerte, la avidez de lucro, etc.; tiene que disolverlos y hacerlos desaparecer definitivamente para conceder un sitio digno y apropiado al amor y la armonía verdadera, así como a la paz y a la libertad. En esto hay que tener en cuenta que un valor solo no puede subsistir sin el otro, ya que cada uno depende de cada otro, es decir, el amor depende de la paz, de la libertad y de la armonía; la armonía depende del amor, de la libertad y de la paz; la paz del amor, de la armonía y de la libertad, al igual que la libertad de la paz, de la armonía y del amor. Pues realmente sólo en conjunto todos estos valores producen un todo concebible como una fuente de felicidad y alegría que proporciona a todas las personas una complacencia ante la existencia y un respeto en dignidad ante la vida. Sin embargo, lamentablemente sólo una minoría entiende de qué valor son el amor, la paz, la armonía y la libertad, tanto interiormente como exteriormente. Algunos entienden por libertad el que ellos puedan hacer o dejar de hacer lo que les dé la gana. Pero justamente en lo que se refiere a la libertad no es así, pues ella abarca - tanto en el interior como exterior - mucho más que lo que el individuo se puede imaginar. En efecto, la libertad no es solamente un concepto general para las cosas que uno hace o no hace, o el cumplimiento de aquellas cosas, necesidades, anhelos, impulsos y deseos, etc., que siempre desean verse cumplidos. La libertad significa mucho más, pues representa, entre otras cosas, la propia sinceridad del ser humano a través de la cual él puede ser abierto y sincero acerca de todas las cosas, sin miedo ni temor, tanto en su propio interior como también con el entorno exterior y para con sus semejantes, sin que deba distorsionar o disimular los hechos de la verdad ante sí mismo o ante los demás.
El amor, la paz, la armonía y la libertad son hechos y valores de los cuales cada persona necesita y debería ser consciente, pero precisamente esto es de lo que el ser humano carece, pues desde tiempos antiguos ha perdido la voluntad de buscar en sí mismo estos elevados valores auténticos y sublimes; y a los sabios y profetas que se los proclamaban, les injuriaban con insultos y ultrajes o incluso los asesinaban. Y todos los altos dignatarios y portadores de cargos de las religiones y de los gobiernos les ayudaban diligentemente y siguen haciéndolo igualmente hasta hoy. Y precisamente estos poderosos y reinantes de la política y de las religiones son quienes han sido, desde la antigüedad, los responsables, e incluso siguen siéndolo hoy, de que la población de todos los países permaneciera y permanezca ignorante. Los poderosos y soberanos, los gobernantes, al igual que los religionistas {término usado por el autor en el original alemán = personas adherentes a una religión; n. de t.} y sus representantes en todos los cargos, aún hoy son los que descuidan sus deberes ante el pueblo y las personas y no se esfuerzan en instruir y orientar al pueblo en el ámbito de la forma correcta de vivir y de lo relacionado a todos los asuntos de la conciencia, puesto que en realidad sólo se preocupan de imponer al pueblo todo tipo de impuestos para que ellos mismos puedan vivir en placeres y magnificencias por medio de sus exorbitantes remuneraciones. Y por si esto fuera poco, también están ocupados en muchos sitios traicionando y vendiendo a sus propios países, propagando la guerra y el terror, la muerte, la destrucción y la perdición, y al mismo tiempo incluso financian proyectos totalmente absurdos con cantidades multimillonarias, tirando así por la ventana, tontamente y sin sentido, el dinero de los impuestos duramente ganado por el pueblo. Y ante todo, no se esfuerzan por crear un amor y una libertad verdadera ni tampoco la armonía y la paz, para que finalmente se pueda decir: “Y que haya paz sobre la Tierra”.

Sea lo que sea que haga el ser humano, debe hacerlo para su propio bienestar como el bienestar de su prójimo, de todos los seres humanos y por tanto, para toda la humanidad, al igual que para la cercana y lejana posteridad. Pero este bienestar radica en que se consiga por esfuerzo propio el conocimiento efectivo y la esencia de la sabiduría que resulta de éste, mediante un amor verdadero, libertad, así como la paz y la armonía, que es donde están ancladas la valentía y la empatía, así como también la naturaleza humana, las cuales regocijan a los seres humanos y los hacen fuertes y justos. El hecho de actuar solamente para la satisfacción de los anhelos y los deseos de uno mismo es superficial y egoísta, y por último siempre acarrea malas consecuencias. O sea que debe entenderse y percibirse que sólo la solidaridad, el mutuo entendimiento, así como la unión de todos los seres humanos de la Tierra cumplen con todas las condiciones para que de verdad, el amor y la armonía, la paz y la libertad puedan echar raíces y convertirse en realidad, de tal modo que el ser humano pueda decir sin temor ni miedo: “Y que haya paz sobre la Tierra….”

Billy, Semjase-Silver-Star-Center, 14 de diciembre de 2002, 17:23 h

Traducción: Ramón Sambola✽, Wolfram Heine, Brunhilde Koye

Explicaciones de términos clave

*Ausartung/-en, f. = mal(-os)/grave(-s) desvío(-s), comportamiento salido fuera del control ejercido por la naturaleza interior del ser humano, que es, en principio, buena cuando se vive conforme a las leyes (=principios) y las directivas (=recomendaciones) de la Creación y de la Naturaleza, = principios y recomendaciones creacional-naturales.

*Gewalt/gewaltsam/Gewaltlosigkeit
Citas tomadas de textos de BEAM, publicados por FIGU. Con notas del traductor adicionales, marcadas con llaves {} al inicio y al final.

1) Gewalt/uso de fuerza/violencia – explicación de Ptaah
«Lo que acabas de decir, corresponde exactamente a lo que, también a mí, me fue explicado por nuestros científicos en idiomas. Además fui instruido de que el término latín ‹violent› proviene de de la palabra ‹Filent› del antiguo lirano, con el significado ‹vehemente›. En el transcurso del tiempo, el término fue alterado continuamente y, de forma distorsionadora, fue incorporado también en otros idomas, e interpretado de manera desorientadora como ‹Gewalt›. Empero, Gewalt no tiene nada que ver con ‹heftig=violento, vehemente› y ‹Heftigkeit=violencia, vehemencia›, pues el término lirano antiguo respecto a Gewalt significa ‹Gewila›, y éste se define como: ‹con todos los medios coercitivos disponibles, utilizar las fuerzas, capacidades y habilidades corporales, psíquicas, mentales y de la conciencia [“concienciales”], para realizar y ejercer actos y acciones enormes›».
Cita de: Plejarisch-Plejadische Kontaktberichte {=informes de contactos con los Plejaren-Plejaden, Band/tomo 12 [disponible sólo en alemán]}, Seite/pág. 114, Kontaktbericht Nr. 488/informe de contacto no. 488, Satz 33/frase 33, Wassermannzeit-Verlag, FIGU, CH-8495 Hinterschmidrüti/ZH, 2014:.

N. del trad.:
Conforme a esta explicación, Gewalt/uso de fuerza puede ser bueno como Gewalt/usar fuerza sin ser violento aplicada de manera positivo-equilibrada, es decir que sea usada de manera controlada, libre de odio y ansias de venganza o desquite, en defensa propia ó para proteger una vida amenazada, sin pasar más allá de la medida de la Gewalt/fuerza empleada por el lado agresor. Además, en el ámbito personal, los grandes avances y acciones extraordinarios, enormes, sólo se logran utilizándose Gewalt/fuerza, en el sentido – como explicado por Ptaah – de la utilización de una fuerza positivo-equilibrada y controlada. Contrario a esto, Gewalt como violencia, es decir, en el usual sentido negativo-desequilibrado, significa destrucción, venganza y odio, como consecuencia de una Ausartung, es decir, de un grave desvío del control ejercido por la buena naturaleza interior humana en el sentido de las leyes y las directivas creacional-naturales, es decir, de la Creación y de la Naturaleza.
Se subraya que es necesario distinguir, por una parte, entre Gewalt/violencia/vehemencia, comúnmente usado como concepto para referirse a una forma de actuar gravemente salida fuera del control sano ejercido por la buena naturaleza humana = por una psique sana, equilibrada, y, por otra parte, el concepto de Gewalt/uso de fuerza neutral-positivo según la explicación dada por Ptaah y Billy. Estas diferencias de concepto respecto al vocablo Gewalt existen también en alemán.

Gewaltsame Gewaltlosigkeit:
N. del Trad.: el adjetivo alemán gewaltsam expresa «usando Gewalt/fuerza», en el sentido de actitud activa.
Gewaltlosigkeit significa «actitud carente de Gewalt/violencia» (sufijo alem. -los = carente de), en el sentido de actitud pasiva: la no violencia combinada con el uso neutralizador de fuerza equilibrada.
En alemán, Gewaltsame Gewaltlosigkeit es una combinación de palabras similar a un balancín, llevando la palabra con (fuerza) de un lado, y sin (violencia) del otro lado, correspondiente a activo y pasivo, representando un equilibrio entre activo y pasivo.