La Enseñanza del Espíritu

    Y aún si el hombre mismo, con su demencial afán destructor en aspectos militares y científicos, dejara que la tierra fuera destruida, esto tampoco se compararía de ningún modo con un acto divino de destrucción del mundo.

  1. Muchas personas que lean esta entrevista se preguntarán, ¿cómo tienes la certeza de que todo es así como dices? Ellos afirmarán que mucho es sólo una suposición basada en creencias, como las religiones. ¿Qué les dirías a estas personas?

  2. Nadie está obligado a tomar mis palabras en serio o como ciertas, es decir, creerlas. En principio, ninguna persona debe creer algo o alguna afirmación, etc., ni tampoco todo lo que yo relato y explico. La creencia produce la dependencia y la estupidez, y por eso, el hombre nunca debe creer en cosas. Por lo contrario, el ser humano debe ser siempre crítico y reflexionar muy detalladamente sobre todo, considerar todo exactamente, ir al fondo de las cosas, explorar, y de esta forma encontrar la verdad por sí mismo, dentro de sí mismo, como también fuera de su persona. Pero para esto, se necesita el intelecto, una crítica sana, al igual que la plena libertad de pensamiento, así como también la imparcialidad y una ausencia de prejuicios en forma completamente neutral. Si se dan estas cosas en su totalidad, entonces el hombre es capaz de ir al fondo de todas las cosas y reconocer la verdad efectiva que él encuentra basándose en hechos reales. Reconocer una verdad, explorando los hechos e investigando completamente los hechos y aspectos dados y reales y logrando resultados efectivos, no tiene nada que ver, de ninguna manera, con una suposición basada en creencias. Y esta efectiva realidad es lo que me da la certeza de que la verdad es realmente correcta y que es también la verdad, la cual también puede ser reconocida en la naturaleza y en todas sus leyes y directivas, por todas las personas que observen, contemplen, investiguen y exploren todo con sus sentidos abiertos y su mente abierta.

    Por supuesto, hay sabelotodos que por sus principios o su prestigio niegan esta verdad. Estas personas sólo causan lástima, pues viven apartados de la verdad y así, también de la vida real. Otras se oponen a esta verdad por razones religiosas o estrictamente sectarias, aunque esto también lo sabe toda persona razonable, que éstas viven apartadas de la vida real.