Sobrepoblación 05

Guerra como Resultado de la Sobrepoblación
Guerra como Resultado de la Sobrepoblación y Respuestas a Bobas e Ininteligibles Acusaciones y Reacciones

Por Elisabeth Moosbrugger (Alemania) y Billy

Una de las reacciones más frecuentes y emocionales ante las medidas para la realización de la suspensión mundial de nacimientos que hemos propuesto es la pregunta: ¿quién financiará el enorme producto social para las generaciones que envejecen? ¿quién trabajará por las pensiones de los ancianos? ¿quién será responsable del cuidado de los padres cuando ellos envejezcan?

En Europa y en los países civilizados del oeste como en todos los otros países de la Tierra, ya es como un deber obligatorio ponerles la pensión a los descendientes en la cuna, quien dice una hipoteca involuntaria para una vida que es la mayoría de las veces indeseada. La gente, en su ininteligible y primitiva forma de pensar afectada de falta de inteligencia [por no estar dispuesta a reconocer el problema como tal, ni a ver las consecuencias que produce; nota del trad.], simplemente no puede ni quiere comprender que uno no puede erigir las pensiones sobre la espalda de las generaciones venideras. Esta clase de seguro para la vejez causa un constante e imparable aumento en el número de descendientes, cuyas pensiones, igualmente, mediante trabajo, esfuerzos, penurias y pagos deben ser proveídos y mantenidos por un número de descendientes aún mayor. Esto corresponde a un esquema que es como una "bola de nieve", un imparable y eterno círculo vicioso del que no hay escape porque la respectiva responsabilidad propia, la que por principio cada persona debe llevar, es simplemente transferida, por la forma de pensar errónea y miope, hacia la generación que viene. Así piensan tanto el pueblo como las autoridades y cada persona; simplemente y sin pensarlo, según el lema: Si tenemos más niños, entonces tendremos una vejez satisfecha y sin problemas.

Esta forma de pensar irresponsable y carente de inteligencia, también es apoyada hasta por las autoridades y gobiernos de tal modo que se pagan subsidios a quienes tienen hijos, beneficios para los recién nacidos, asistencia (inoportuna) para las familias, entre otros. Ocurre entonces, que mientras más hijos tiene una familia, más es el apoyo financiero del gobierno. ¡Qué locura! Pero la gente que tiene un sano sentido de responsabilidad porque lo ha adquirido por sí misma, y que por razones de comprensión dejan de tener hijos en este mundo sobrepoblado, es castigada por el Estado por su sentido de responsabilidad al causar aún más impuestos y tener que efectuar más pagos, lo que de todas maneras ya es el caso - todo sólo para promover desmesuradamente la loca política de la pensión equivocada y su incremento resultante en la producción de descendientes. Solamente China va por un camino de regreso. En China, quien tiene más de un hijo está sujeto a más pagos altos y a castigos drásticos. Pero la experiencia práctica demuestra aquí también que un hijo por familia no es suficiente para reducir el número de población de tal forma que resulte en una reducción de la población. Esto realmente sólo se puede lograr mediante una suspensión de nacimientos por muchos años a nivel mundial, controlada por las autoridades, como está descrito por ejemplo, en el folleto "Lucha Contra la Sobrepoblación".

El cuidado de los ancianos que retirados o ya no capaces de mantenerse a sí mismos, ya no puede solucionarse más bajo ninguna circunstancia, mediante el disparate de tener más y más descendientes - y así mediante un continuo crecimiento de la población mundial.

Este principio tanto loco y lunático como también desconsiderado, es también, entre otras cosas, responsable por el continuo crecimiento de la sobrepoblación mundial.

Una pensión sensata debe comenzar ya desde la juventud, por un lado mediante la iniciativa propia, y por otro lado mediante un seguro privado correspondiente, obligado por las autoridades. Las compañías de seguros deberían ser obligadas a la inversión sensata y útil de dinero, de tal forma que el asegurado, en su vejez, pueda recibir una pensión mensual en la forma de un seguro de vida.

Las autoridades además deben ser obligadas, por medio de una ley correspondiente, a dar gran importancia a que los padres establezcan una cuenta privada de ahorro para sus descendientes después de su nacimiento y que depositen mensualmente cierta cantidad hasta el día en que los hijos tengan ingresos propios y puedan asumir ellos mismos los depósitos mensuales de ahorro, lo cual debe ser para ellos también un deber prescrito, regulado por ley. Los depósitos mensuales de ahorro igualmente deben ser regulados por ley y deben adaptarse en cada caso a las condiciones de los padres, respectivamente de los descendientes, pero de manera que en ningún caso ocurra un paro en los depósitos de ahorro. Como depósito mensual por ejemplo, se puede guardar cada mes el 5% del salario mensual. Los depósitos de ahorro tendrían que seguir hasta la jubilación, y sólo después de la cual pueden comenzar los reembolsos de pensión. Si una persona muere joven, antes de la edad autorizada para cobrar la pensión, entonces se transfiere el capital acumulado a los padres, pero sólo en forma de pensión. Si no hubiera familiares, entonces se transfiere el capital ahorrado completo a un fondo estatal para la pensión. Para pagos de pensión del capital así ahorrado sólo deberían aceptarse a los familiares directos, es decir, el cónyuge y los hijos propios.

Además del antedicho método de ahorro para la pensión, toda persona, por iniciativa propia, debe recurrir adicionalmente al ahorro en forma de una cuenta de ahorros privada e independiente de la pensión, para de esta forma disponer también de cierto capital propio. Este aspecto debería ser regulado por ley, de modo que el individuo, ya desde la niñez y los años de escuela, sea instruido y animado para el manejo correcto y sensato del dinero, su disposición correcta y el ser ahorrativo.

Además, el Estado debería tomar medidas para crear un fondo de pensiones correspondiente, para ayudar y dar la mano a aquellos que por razones no intencionales ya no pueden mantenerse a sí mismos. Sin embargo, se debe garantizar que los aprovechadores y abusivos, aquellos que han desperdiciado su vida entera y han vivido como parásitos constantemente a costa de otros, no sean, además de esto, mantenidos por el Estado también en el tiempo de su vejez. El derecho a la asistencia social lo tiene sólo aquel que sincera y honestamente se ha preocupado de ser un miembro responsable de la ciudadanía toda su vida, y que a pesar de esto, por las razones no intencionales que sean, no están en condiciones de mantenerse a sí mismos en su vejez. Es una muestra de un humanitarismo degenerado y completamente erróneo cuando el "papá Gobierno" premia a individuos que no son más que parásitos, holgazanes, vagos, aprovechadores, entre otros, por su increíble holgazanería, su estupidez ilimitada, su egoísmo y su comportamiento antisocial, al financiarles gratuitamente, a pesar de que no tengan ningún mérito, el costo de vida.

Como paso adicional importante debería crearse una ley para que todas las pensiones pagadas juntas a una sola persona no sobrepasen en su totalidad lo que la persona estaba recibiendo como salario mensual, es decir, que la pensión no resulte ser un ingreso más alto que el ingreso anterior a la jubilación. Si el pensionado dispone de recursos suficientes para mantenerse a sí mismo, entonces no debe recibir ninguna pensión, sino que ésta se guarda y después del fallecimiento del pensionado, el capital ahorrado para la jubilación se asigna a los fondos estatales de jubilación.

Si una persona trabaja aún después de la edad de jubilación y muestra un ingreso considerable, entonces la pensión debe reducirse correspondientemente, de tal forma que el ingreso mensual normal de la persona no sea sobrepasado.

Las personas cristiano-religiosas son extremadamente inclinadas al humanitarismo equivocado en todos sus pensamientos y quehaceres. Un pensamiento que no mira hacia el frente, sino que es retrospectivo y al hacerlos mirar constantemente hacia atrás los empuja hacia la dependencia y la esclavitud.

El pensar constantemente en el pasado demuestra una marcada pusilanimidad. ¿Cómo se puede cambiar algo grave en el mundo cuando el ser humano, en sus pensamientos y acciones, constantemente anda por caminos viejos y desgastados? Es como un conductor que en lugar de mirar hacia adelante ve constantemente al espejo retrovisor e ignora totalmente lo que ocurre frente a él y lo que tendría que considerar para no resultar herido ni causar daño. Qué conductor es tan tonto como para actuar de tal manera? Realmente este es un ejemplo grotesco, pero el pensamiento y el comportamiento de la mayoría de los dirigentes del pueblo, de los políticos responsables así como de la masa de la humanidad andan encarriladas por ese camino, mirando constantemente hacia atrás. Si fuera de otra manera, entonces ¿cómo se mantendría aquella tonta aserción que dice que los seres humanos ya se mataban hace 2.000 años atrás, aunque en aquel tiempo vivían sólo alrededor de 102 millones de personas sobre la Tierra?.

Naturalmente, no se disputa que ya en aquellos tiempos reinaba la guerra así como muchos otros males, a pesar de que mucho menos personas poblaban el planeta. Pero los gritones equivocados y tontos que afirman que todos los sufrimientos, males y penurias sobre la Tierra y entre la humanidad, como también entre los animales, plantas, y del aire y del medio ambiente, etc, ya en aquel tiempo eran igualmente tan tremendos, no están más que mal de la cabeza. Ellos también son aquellos humanitaristas equivocados que incesantemente siguen fomentando todo mal en el mundo y acusan como extremistas de derecha y como fascistas a aquellos que como mensajeros mal vistos en el desierto señalan de momento el estado devastado de toda la Tierra y especialmente la letal sobrepoblación.

Es cierto que ya desde muy en el pasado la gente no se trataba pacíficamente y se partía la cabeza en toda ocasión, siempre de acuerdo a la actitud: "si no quieres ser mi hermano, entonces te parto la cabeza". Una actitud vigente hasta hoy en día que a causa de las acciones de los humanitaristas equivocados está dirigiéndose a una lamentable culminación, porque justo esos humanitaristas equivocados y sabios y salvadores autonombrados siguen fomentando aún más y más la sobrepoblación y quieren condenar y despachar como fascistas y extremistas de derecha a todos aquellos individuos que realmente luchan humanamente contra la locura de la sobrepoblación.

La gente ya desde tiempos muy primitivos se ensangrentaban y se partía la cabeza, pero de una forma que no tenía nada que ver con la contaminación del agua, del medio ambiente, con la extinción de las especies, etc., como es el caso hoy en día. Ellos iban con catapultas, arcos y flechas, cuchillos, carros de combate, lanzas, etc. o sólo con los puños - y las guerras de cada año en todo el mundo todavía se las podía contar con unos cuantos dedos. Cuando la población mundial alcanzó el límite natural del planeta - 529 millones - entonces ya no alcanzaron unos cuantos dedos para contar las guerras anuales, urdidas y peleadas por el ser humano. Y cuando comenzó la edad moderna y la era del desarrollo técnico, químico, atómico y electrónico, etc., ya no eran suficientes los dedos ni siquiera de ambas manos para contar las guerras y los otros conflictos armados que asolaban y que aún están asolando la Tierra. Pero por qué?: realmente sólo porque el número de la población terrestre aumenta incesantemente más y más y ya sobrepasó la barrera de los mil millones, y en 1994 el número ya subió a los 6 mil millones de seres humanos. El espacio de vida de cada ser humano se vuelve más y más escaso, y en muchos sitios ya se pisan los unos a los otros por falta de espacio. Las diferencias de opiniones entre el número de gente, que llega a ser excesivo cada vez más y más, aumentan más y más, como también todos los excesos de miseria, penurias y males de toda clase; y todo de acuerdo al acierto: mientras hayan más seres humanos, habrán más penurias, males, degeneraciones y problemas sin solución. Y a pesar de todo esto, los imbéciles equivocados, los humanitaristas equivocados y aquel sabelotodo, el que le resta la importancia a los hechos, el loco destructor de la humanidad, el partidario de la sobrepoblación, el encaprichado anti-condón, el que hace case omiso de la verdad, el déspota de la creencia y cohibido hipócrita sexual, el Papa, todavía no comprenden. Muy por lo contrario, estos locos e imbéciles todavía se defienden vehementemente contra la verdad de los hechos indisputables. En su idiotismo y falso humanitarismo y en su avaricia por el dinero, entre otras cosas, encuentran a las duras y honestas palabras de la verdad como impropias, obscenas, malas e indecentes, seguramente porque su cerebro degenerado ya no sirve más que para las palabras y el lenguaje falsificador y eufemístico, y ellos embellecen de manera cegadora tanto todos los males y todas las penurias, toda la destrucción y toda la miseria - y si es posible todavía le proveen de una auroela religioso-sectaria pestilente - que la verdad es suprimida con todo el poder malvado. Estos idiotas irresponsables no quieren admitir la verdad bajo ninguna circunstancia, y esto a pesar de que el mundo ya arde por todos lados y que va por el mejor camino a la destrucción completa, incluyendo la humanidad misma, la cual con su imparable y creciente sobrepoblación le pone la corona a la demencia, ya que todos los males existentes y letales de toda clase que hacen estragos hoy en día, están demostrablemente basados en ello.

Lo demostrable es: El mundo arde por todos lados. Desde el comienzo de los años noventa se realizan 43 guerras en todo el mundo. Estas son tantas al mismo tiempo como jamás antes. Diariamente la humanidad es inundada por nuevos reportes horrorosos de nuevos escenarios de guerra - y los imbéciles y humanitaristas equivocados aún aseveran que las condiciones ya eran así en tiempos anteriores. Pero esa aserción es mentira y engaño porque hoy la humanidad ya no tiene un ciento de millón de personas ni sólo un puñado de guerras por año, sino una población de 6 mil millones de seres humanos en el año 1994 y 43 focos de guerra letales sólo hacia finales de Mayo del mismo año.

Con el decaimiento de la Unión Soviética y la llegada de un rayo de esperanza en el "equilibrio del terror" entre el Este y el Oeste, la humanidad anheló un nuevo orden mundial. Pero esta esperanza no se ha cumplido - muy por lo contrario. Así como después de la segunda guerra mundial, también en los años ochenta y noventa se han multiplicado constantemente los conflictos armados entre la población de la Tierra. Si en los años cincuenta tuvieron lugar 10 a 15 guerras, entonces el número de guerras ha subido desde entonces en un promedio de 10 guerras adicionales cada 10 años. Nadie sabe exactamente cuántas personas han sido asesinadas, mutiladas, quemadas, gaseadas o torturadas hasta la muerte desde ese entonces. Estimaciones al respecto dicen que desde 1945, alrededor de 200 guerras en todo el mundo han matado un mínimo de 42 millones de seres humanos, mientras que el número real de muertos como resultado de la guerra puede ser un poco más alto. Millones de personas fueron y son expulsadas de sus hogares, pueblos y ciudades, los que entonces andan como refugiados por todo el mundo, siendo perseguidos o buscando protección en países vecinos. Estimaciones buenas demuestran que en el mes de Junio de 1994 había 25 millones de refugiados que huyen en todo el mundo.

Como resultado de la enorme, continua y creciente sobrepoblación, la metodología de la guerra también ha cambiado. Antes había guerras mayores en las que estados y superpotencias se masacraban mutuamente, y hoy en día predominan las acciones crueles y bestiales, totalmente deshumanizadas, querellas y guerras civiles que resultan de tensiones sociales, la demencia religiosa y la locura, y también los conflictos étno-racistas. Alrededor del noventa porciento de tales conflictos se realiza en países del tercer mundo que sufren de hambre y penurias y miseria y de una inmensa sobrepoblación que, sin embargo, a pesar de esto, tiran su escaso dinero a la garganta de los traficantes de armas de los países industrializados para equiparse de armas y municiones.

Así los "Señores de la Guerra", cubiertos en armas, pueden tramar guerras, luchas y encuentros bélicos, como por el ejemplo el "Príncipe de la Muerte", el Khun Sa en Birma, quien hipócritamente acierta luchar por la libertad y la independencia de la gente de Shan, aunque en realidad utiliza su armada para la producción y transportación de narcóticos en el "Triángulo de Oro" entre Birma, Tailandia y Laos. El general uzbequistano Rashid Dostam, en Afganistán, tampoco es mejor, ya que sólo persigue metas personales; y las víctimas de todas estas guerras internas, como en 1994 en Ruanda, Angola, Bosnia y Yemen, etc. son civiles inocentes, niños, ancianos, mujeres y hombres desarmados. Si se compara el número de soldados muertos con el de civiles muertos, entonces resulta el alarmante dato que a mediados del año 1994, por cada soldado muerto hubo diez civiles muertos. Y aún así, los humanitaristas equivocados, imbéciles y sabelotodos quieren sostener que el número de la población de la Tierra no tiene nada que ver con todos estos problemas, aunque la gente de la Tierra ya vive tan densamente que debe respirar el mismo aire de los demás.

La gente que sólo evoca el pasado, y se vuelve en sus argumentaciones contra la suspensión mundial de nacimientos y contra el reconocimiento de la sobrepoblación como fuente de todo mal, o son sectarios religiosos, humanitaristas equivocados e irresponsables o informados de forma errónea. Ellos olvidan, con estas sus aserciones retrospectivas, que el tiempo, mientras tanto, ya ha progresado por 2 mil años y que ya no estamos en la edad media, sino en un mundo moderno y altamente técnico. Y precisamente este mundo del presente demanda que la humanidad entera abandone sus caminos encarrilados, sus viejas formas de pensar y actuar, y que mire hacia un futuro que presente nuevas perspectivas y horizontes. El hombre de la edad moderna se encuentra en un punto decisivo que lo obliga a reflexionar muy bien y sobre todo muy rápidamente sobre el camino que quiere tomar en su desarrollo futuro. Si escoge el camino del razonamiento, entonces estaría mirando hacia adelante y pondría todo para luchar contra el mayor azote de la humanidad - la sobrepoblación mundial. Pero si continua por el camino de la irracionalidad, entonces crecerán constantemente e imperarán los asesinatos y los homicidios, el odio, el terrorismo, el odio contra los extranjeros, la destrucción ambiental, la guerra, el anarquismo, el odio contra otras razas, degeneración del poder, degeneraciones de especies, la criminalidad, la falta de trabajo, la escasez de viviendas, las violaciones sexuales, la destrucción, las enfermedades, las epidemias, el hambre y la miseria y mucho, mucho más.

El camino de la irracionalidad tiene como consecuencia sólo un destino - la aniquilación total de todos los valores logrados de la sociedad humana y de la naturaleza entera. En muchísimos aspectos la naturaleza ya no tiene regreso posible porque la explotación y la destrucción mundial ya han tomado tal dimensión, que la Tierra necesita muchos cientos de miles y hasta millones de años para regenerarse y para recuperarse y eliminar las heridas que le han infringido los seres humanos egoístas y los avariciosos de bienes y de poder - si esto acaso fuera posible en algunos casos. Si finalmente andamos por el camino del razonamiento, de todos modos el camino estará infestado de muchos males y de obstáculos muy difíciles de vencer, por eso la humanidad tendrá que soportar aún mucho más hasta que finalmente pueda hacer su entrada la paz real y el amor verdadero a la Tierra y entre los hombres. Sin embargo, si no se procede correctamente, todos los males y todas las miserias seguirán tomando dimensiones muy malas e insospechadas que forzarán finalmente al ser humano sabelotodo y megalómano a las rodillas, por lo cual finalmente ya no le quedará otra cosa sino dejar que la razón y la comprensión rijan, para luego curar, con muchísima dificultad, todos los daños causados.

A finales de Mayo de 1994 hay 43 guerras civiles y otras disputas y guerras en la Tierra, y la tendencia de tales conflictos está en ascenso. La causa de todas estas guerras y disputas entre hermanos y familias se encuentra única y solamente en la sobrepoblación, aún cuando estos hechos no quieren ser reconocidos por idiotas y por humanitaristas equivocados miopes, sabelotodos y otros que se creen astutos.

En una carta que recibimos se nos decía que la aserción de que "todos los problemas tienen su origen en la sobrepoblación" no es sostenible, sino que la ciencia nueva asume un sistema "integrado" como fundamental en su trabajo. Es obvio que en el mundo existe un "sistema integrado" puesto que todo lo que existe está conectado de una forma u otra entre sí, pero esta integración debe tener necesariamente un comienzo en alguna parte, y justo así es con la sobrepoblación. La sobrepoblación es como un avalancha que comienza con unos cuantos copos de nieve. Como ejemplo adicional uno puede tomar al ser humano mismo, ya que su formación consiste en dos células, el esperma masculino y el óvulo femenino, los que al dividirse constantemente crean un "sistema integrado", es decir un ser humano.

Si las personas que no quieren reconocer la sobrepoblación como la causa de todos los males, no pensaran constantemente de forma pusilánime ni miraran constantemente hacia el pasado - como para pensar que antes, cuando había mucho menos personas, las cosas no eran mejor que ahora - entonces tendrían suficiente energía y capacidad en sus pensamientos como para buscar, encontrar y andar por caminos nuevos. Aquellos humanitaristas equivocados, sabelotodos e imbéciles y todos ellos que se consideran tan grandes y superastutos, no reconocen este simple hecho, muy por lo contrario: se defienden contra toda nueva idea sólo por aferrarse a sus viejos y letales errores. Estas personas, sin embargo, no están conscientes que al negar la verdad no sólo rechazan y alejan toda responsabilidad de sí mismos, sino también la responsabilidad hacia todos y hacia la Tierra, hacia la vida, hacia la naturaleza, y hacia todo lo que de alguna forma depende de ellos.

Nosotros los miembros de la FIGU, que traemos la verdad con palabras duras, acertadas, rústicas y sin decoración, somos como mensajeros en el desierto, mal vistos desde siempre y nunca tomados en serio por la gente. La gente nos trata despectivamente como lo han hecho con todos aquellos que han dado mensajes y advertencias y los que han apelado a la conciencia del hombre con conocimiento y seriedad, para conseguir un despertar. Sin embargo, el hombre de la Tierra nunca oyó, y llegaron el despertar y los gemidos sólo cuando ya era tarde. No obstante, continuamos con nuestros esfuerzos aún cuando nos calumnian como fascistas de ideas de extrema derecha porque conocemos nuestra responsabilidad y nuestro deber hacia toda vida y la Tierra. Nuestras ideas se basan en un entendimiento creacional-natural que se puede verificar y reconstruir por toda persona que reúna el tiempo, la paciencia y el deseo honesto de aprender para adquirir por sí misma los conocimientos necesarios mediante la observación, la comparación, la reflexión, el reconocimiento y la experiencia. La habilidad la trae toda persona dentro de sí misma; para esto ciertamente debe liberarse de prejuicios, presunciones, formas de pensar erróneas y tímidas como también de repetir maquinalmente las ideas absurdas y los disparates expresados por supuestos pensadores.

Los fascistas y extremistas de derecha, los humanitaristas equivocados y los sabelotodo de toda clase no conocen ni el respeto ni la atención hacia ninguna vida, ni siquiera hacia la propia, porque de otro modo, se liberarían lo más rápidamente posible de sus pensamientos y acciones destructores, que desprecian el ser humano y son falsamente humanitarios. Nosotros en la "Freie Interessengemeinschaft" (Comunidad de Intereses Libre) no nos contamos entre ellos, pues respetamos profundamente toda vida y por lo tanto decimos la verdad con palabras claras, duras, abiertas, directas y crudas, así como son los hechos verdaderos en realidad, y decimos las medidas que se deberían realizar para salvar la humanidad, la fauna y la flora y el planeta entero. Para esto también asumimos la responsabilidad. Cuando los insensatos humanitaristas equivocados son demasiado estúpidos o hasta idiotas como para comprender este hecho y nos tiran entonces con los fascistas y extremistas de derecha en la misma olla, entonces estos locos no dan más que lástima. Nosotros no nos damos por aludidos por tales acusaciones, por lo cual las rechazamos terminantemente. Esta opinión es compartida también por varias autoridades de gran responsabilidad, universidades y diversas organizaciones y un sinnúmero de individuos que están de pie a nuestro lado y participan en la lucha contra la locura de la sobrepoblación.

Para poder mantener a toda vida sobre este planeta conforme a las leyes de la naturaleza se necesita gente capaz de vivir, sincera y con valor. Gente débil, sabelotodos, negadores de la verdad, humanitaristas equivocados, creyentes de obsesiones, fanáticos, extremistas y gente que sólo anda por el camino de la resistencia mínima, tienen de hecho un derecho a su vida que debe ser respetado al igual como también toda vida justa, ya que esta es una ley creacional no escrita y por lo tanto un derecho fundamental de toda forma de vida en general, pero son estos oponentes los que no entienden las conexiones reales de la vida. Con esa incomprensión traen muchísimo sufrimiento a la humanidad entera y a sus propias vidas. La forma de vida de esta gente igualmente promueve el fascismo y el extremismo, tanto el extremismo de izquierda como de derecha y todo un sinnúmero de disputas, guerras y degeneraciones en este mundo. El mundo, en su actualidad, consiste en una sola herida que simplemente no puede sanar porque la gente de pensamiento erróneo no aplica la medicina correcta, y por lo tanto el proceso de curación es alargado aún más y pospuesto hasta un futuro aún más lejano. Sólo un cambio de orientación firme y radical de la forma de pensar podrá traer una curación. La medicina consiste en una suspensión de nacimientos inmediata a nivel mundial, ya que la enfermedad que causa todos los males de este mundo se llama: sobrepoblación. Porque tenemos un profundo respeto ante la vida, es decir, ante toda forma de vida en general, por eso luchamos con todos los medios permitidos y a nuestra disposición para hacer entrar finalmente la verdad en las cabezas de nuestros prójimos obstinados y sabelotodos. Nosotros no reclamamos saberlo todo o haber patentado o tener una solución para todo mal, ya que ésta simplemente no la hay. Nosotros también podemos dar sólo ideas que inciten, que estimulen a cuantas personas posibles, a buscar caminos y soluciones nuevos y viables. Para encontrar caminos y soluciones nuevos, sin embargo, se requiere un trabajo intelectual pesadísimo, magnánimo y de acuerdo a la verdad; y para caminar por el nuevo camino y realizar la nueva solución, se requiere aún mucho más valentía, ya que al comienzo cada uno empieza como un perro con el rabo entre las pastas, uno debe aguantar abusos, incomprensión, ataques al honor y a la inteligencia de uno como también insultos de toda clase, y hasta amenazas de muerte e intentos de asesinato. A pesar de todo esto, la gente de conciencia responsable y valiente no se deja confundir y lucha hoy por la verdad y contra la sobrepoblación para mañana volverse los salvadores de la humanidad y toda vida terrestre.